La primera vez que tengo un recuerdo de chocar con la pornografía fue en casa de un amigo que tenía debajo de la cama una colección de revistas de dibujos pornográficos. En una de ellas había un pene parlanchín.
Un tranvía llamado Prosperidad
Tenemos la misma pinta. Somos lo mismo. Me trato de arreglar los mechones de pelo con la mano. Ya me lo habían dicho, que Madrid seca el pelo cantidad. Es eso. La sequía acaba con todo.
Sonrío. Me paso la mano por la cara. Todo va a estar bien. Yo voy a mí.
Prosperidad. Prosperidad. Eso tiene que ser una señal.