Un trueque con Hugo Cancio a cambio de hacer una obra

Ser artista visual en Cuba es un reto por muchas razones. La primera es el castrismo en sí: la vigilancia, la intimidación y represión a la que el régimen somete a todos los ciudadanos en el país, es peculiar para los artistas. Al generar imágenes y propiciar, de un modo u otro, el movimiento de ideas y reflexiones de cualquier tipo, los artistas están bajo la lupa y el control prioritario que establecen los ministerios del Interior y de Cultura sobre la creación. La segunda razón es la precariedad material. El acceso a recursos para producir las obras, el funcionamiento y estado de la estructura institucional y la posibilidad de generar interés en el mercado del arte, son un gran problema para los artistas cubanos. Ser una artista visual en la Isla implica lidiar con la sordidez de la política cultural estatal y el oportunismo abusivo de muchos marchantes, curadores, coleccionistas y entusiastas del denominado arte cubano.

Quienes se hayan desenvuelto en este mundo por varios años, siendo artistas o no, han escuchado seguramente muchas historias al respecto. Hay anécdotas sobre artistas que han tardado mucho más del tiempo razonable en recibir de vuelta una obra enviada a una exposición en el extranjero. Anécdotas sobre obras que desaparecieron en el supuesto trayecto de un lugar a otro, sin que existiera la posibilidad de apelar a ninguna entidad ni persona. Historias sobre impagos parciales de una obra, de demoras excesivas para recibir alguna remuneración y de ventas a precios abusivos debido a la precariedad generalizada, en todos los aspectos que afrontan los artistas cubanos para poder promover y comercializar su trabajo.

La ocasión en que cobré mayor conciencia del lamentable contexto en que me desenvolvía como artista (y en el que aún hoy se desenvuelven otros, seguro que en peores condiciones) fue cuando supe de cierta iniciativa de ART OnCuba, “brazo artístico” de la plataforma de comunicación OnCuba, propiedad del empresario cubanoamericano Hugo Cancio.

OnCuba se desempeña como medio de comunicación que se enfoca en la cobertura periodística y la crítica de dinámicas socioculturales que suceden en la Isla con aparente normalidad. Todo suceso cultural, y sobre todo económico, que pueda mostrarse como esperanzador para personas no cubanas potencialmente interesadas en invertir en el país es de interés promocional para OnCuba. El medio de comunicación afirma que ubica sus contenidos, impresos o virtuales, en los mejores espacios para acceder a mayores audiencias.

ART OnCuba funcionó por unos años como una de las entregas impresas del proyecto OnCuba. Se publicaba en inglés y respondía a una estructura editorial y de diseño muy similar al de otras revistas de arte comercial. 

Unas cuantas de las primeras páginas del magacín estaban destinadas a publicidad. Las dos maneras de acceder a dichas páginas eran el pago directo a la revista de una suma de cuatro dígitos, o la tasación de una obra del artista ―o un grupo de ellas― que hacía el propio Hugo Cancio y que cubría, según su criterio, el monto monetario que debía pagarse por acceder a la página publicitaria. Se trataba del trueque de obras de arte a cambio de acceder a las páginas publicitarias de una revista comercial que ya estaba presupuestada: un artista daba una obra y Hugo Cancio la recibía sin pagar por ella.

No me parecen cuestionables, en lo más mínimo, las razones y esperanzas comerciales que pueden haber tenido los artistas que aceptaron semejante trueque abusivo, que engrosó considerablemente la colección de arte cubano de un hombre de negocios. De hecho, yo tuve una razón para hacerlo, aunque no fuera comercial de un modo convencional.

Decidí realizar una obra que consistiera en la publicación seriada del retrato de un personaje ficticio, femenino, hecho a partir de mis rasgos postproducidos, e inspirado en el alter ego femenino de Marcel Duchamp, Rrose Sélavy. La publicación seriada del retrato se dio en una de las páginas del número 10 de la revista ART OnCuba (marzo/mayo 2016).

Me tocó entonces mostrar una selección de imágenes digitales de mis trabajos disponibles a Hugo Cancio, aunque antes las imágenes fueron evaluadas por una de sus asistentes, que me recordó además que el coleccionista estaba especialmente interesado en la pintura cubana contemporánea. Luego de deliberar, el empresario adquirió una pequeña pintura de 25×35 cm, hecha con óleo y spray sobre lino. En ella se pueden ver las siluetas negras de dos cerdos, pegados por el coito como los perros, sobre un fondo grisáceo y plateado oscuro. Es la pieza que hice inspirado en el performance de Danilo Maldonado (El Sexto), frustrado por la policía política, en que iba a liberar en la calle a dos cerdos marcados con los nombres de Fidel y Raúl. Esta obra costó la cárcel a El Sexto, un hecho al que respondí con un cuadro porque no me atrevía entonces a involucrarme con la campaña solidaria por su liberación, que no sucedió hasta luego de 10 meses y sin mediar juicio.

De la serie Vanguardia Local_2015_mixta-lienzo_25x35cm.

Unos cuantos meses después de esta estratagema de intercambio, y con retraso ―pues el contenedor con las revistas que llegó a Cuba era retenido en la Aduana―, la revista llegó a mis manos. Entonces me dispuse a arrancar, sin disimular el rasgado, cada una de las páginas de la revista hasta llegar a AVI SÉLAVY, PORTRAIT NO.4… VERSION 1.2., retrato de media cara de una mujer con mi nombre al pie. Luego metí el objeto resultante dentro de un marco negro, de madera y con vidrio.

Avi Sélavy (Portrait No. 4… Version 1.2), 2014. Páginas rasgadas de la revista ART On Cuba en marco de cristal y madera. Núm. 10.  Marzo-Mayo, 2016.

Es penosa la condición humillante en que se encuentran constantemente los cubanos en la Isla. Es altísimo el costo político, la falta de libertades y la ruina económica que implican tanto el trueque de una obra de arte a cambio de aparecer publicitado en una revista turística, como una compra de comida en Katapulk. No sé cuántos artistas, de mi generación u otra, realizaron semejante intercambio, pero estoy seguro de que no fueron precisamente pocos. A cambio de sobrevivir indignamente, como ciudadanos o como artistas, los cubanos vemos postergada, hasta el infinito, la posibilidad de participar en el destino colectivo sin deber los favores a un empresario como Hugo Cancio: únicamente interesado en facturar tras la fachada de hombre que favorece la vida cotidiana en Cuba. Vivimos en una Isla en la que hace más de 60 años las únicas reglas económicas, sociales y políticas a las que nos podemos aventurar, son las del abuso. Hay más de 1.000 presos políticos; ni las mipymes ni el Estado alivian la situación de los cubanos; las personas que pueden, artistas o no, emigran.

(La Habana, 1984) Artista visual y diseñador gráfico. Su obra abarca el trabajo con casetes VHS, disquetes, memorias, olvidos, basura y juegos tipográficos incendiarios. El Cranbrook Art Museum de Detroit tiene dos piezas suyas en su colección. Ha publicado textos y hecho entrevistas para Hypermedia Magazine, El Estornudo y YucaByte, donde también realiza ilustraciones.
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