El sistema ruso de pagos MIR en Cuba: así se alían los regímenes sancionados 

Ilustración: Alejandro Cañer

MIAMI. – Una sucinta nota del portal oficial Cubadebate anuncia el “despliegue tecnológico [en la Isla] para el sistema ruso de pagos MIR”, establecido por el Banco Central de Rusia, que entró en vigor en mayo de 2017 como alternativa a los sistemas de pagos occidentales y lo que la administración de la nación euroasiática entiende como “dictadura del dólar”.

Aunque Cuba no es el único país al que se extiende MIR, traducido al español como “mundo”, el impulso de esta plataforma en la Isla es otro de tantos intercambios de ida y vuelta que en las últimas dos décadas vienen realizando La Habana y Moscú, dos regímenes autoritarios con la historia común de haber pertenecido al bloque comunista global que cambió la cartografía política en el siglo XX.  

Hasta la fecha, Rusia ha buscado expandir su uso, sobre todo, hacia países que “defienden su soberanía frente al dictado de EE.UU. y de sus aliados” dado que, según aseguran desde Moscú a través de Rusia Today (RT), los sistemas de pago con tarjetas son “uno de los elementos cruciales que usa Occidente para ejercer presión”.

“En 11 naciones se valora su implementación: Irán, Indonesia, Cuba, Myanmar, Egipto, Tailandia, India, Venezuela, Mauricio, Nigeria y Etiopía”, publicaron medios estatales cubanos en diciembre de 2022.

En medios de comunicación internacionales y locales han aparecido artículos que documentan la expansión de MIR a otros regímenes como los de Venezuela y Nicaragua, sancionados por el Departamento del Tesoro de EE.UU. 

Un artículo de Cointelegraph indica que en Caracas, a finales de julio de 2023 ya se estaban realizando pruebas para su implementación. Serguéi Melik-Bagdasárov, embajador de Rusia en Venezuela, comunicó que en el país sudamericano “ya se habían comenzado a aceptar las tarjetas y realizar transacciones a través del sistema de pagos MIR”.

En tanto, una publicación de El País, también de finales de julio de este año, refiere que el ministro de Hacienda y Crédito Público del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, Iván Acosta Montalbán, reveló que el aparato sandinista estaba “valorando” adoptar en Nicaragua el sistema de pago MIR. 

“Tal como se hace en Cuba y Venezuela, para neutralizar y derrotar las agresiones financieras estadounidenses”, dijo el funcionario en una entrevista con Sputnik, un medio de propaganda moscovita. Hizo el anuncio en un contexto de alineamiento agresivo que Managua, Caracas y La Habana vienen realizando con El Kremlin, Pekín y Teherán para contrarrestar el aislamiento internacional de los regímenes. 

Desde los años 70, en el mundo ha operado y se ha fortalecido la Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales, legalmente S.W.I.F.T. SC, una cooperativa bancaria belga que brinda servicios relacionados con la ejecución de transacciones financieras y pagos entre ciertos bancos en todo el mundo. De hecho, SWIFT asigna a cada organización financiera un código único de ocho u 11 caracteres, impulsa la mayoría de las transferencias internacionales de dinero y valores y es considerada una amplia red de mensajería utilizada por instituciones financieras para enviar y recibir información de forma rápida, precisa y segura, como instrucciones de transferencia de dinero. Datos de 2022 muestran que más de 11.000 instituciones miembros globales de SWIFT enviaron un promedio de 44,8 millones de mensajes diariamente a través de la red.

Los rusos no están cómodos con que así sea. Para Serguéi Mélik-Bagdasárov, embajador de Rusia en Venezuela, MIR representa un sistema que “permite hacer pagos con las tarjetas bancarias en muchos países del mundo, en algunos más cercanos a Rusia”, por lo que se presenta como “una de las principales medidas adoptadas por el Gobierno ruso para resguardar su sistema económico, en atención al actual escenario económico mundial”. [Fuente: Observatorio Venezolano Antibloqueo]. 

Esta narrativa que rodea la implementación del MIR se ha extendido a Cuba y a sus medios oficiales, toda vez que Cubadebate lo considera “un aporte a la balanza de pagos” y, con ello ―justifica― “el país puede importar de la nación euroasiática bienes y servicios”, además de “proteger el vínculo bilateral del impacto negativo del bloqueo comercial, económico y financiero impuesto por EE.UU. a La Habana desde hace más de seis décadas”.

Cómo llega MIR a Cuba

Si bien lleva años cocinándose la implementación de MIR en Cuba, no fue hasta hace unos días que se concretó. Recientemente, el 25 de noviembre de 2023, Cubadebate publicó: “comienza el despliegue tecnológico para el sistema de pagos MIR en Cuba”. La información estaba basada en un tuit de Juan Carlos García Granda, ministro de Turismo y, a la vez, remitía a un texto previo, del 19 de marzo del mismo año, en el que el profesor titular Luis René Fernández Tabío, vinculado al Centro de Investigaciones de la Economía Internacional de la Universidad de la Habana, es citado como fuente. 

Fernández Tabío habla de MIR en términos de “ventana” que “contribuye a romper los efectos directos e indirectos de la guerra económica aplicada contra Rusia a través de la sanciones que Occidente adoptó” [y que prohíben importar y exportar bienes, servicios y tecnología] tras el comienzo de lo que él califica  no como invasión sino como “operación especial de Moscú en Ucrania en febrero de 2022”.

Para el profesor, esta iniciativa puede ayudar a reducir las vulnerabilidades de la economía cubana. “Siempre depende de lo que hagamos nosotros, pero esas entradas en rublos permitirán el pago desde productos como hidrocarburos y trigo hasta deudas, sin el empleo de otra divisa. El sistema de bancos cubanos reconoce directamente a las tarjetas rusas y al rublo como moneda convertible», indicó.

En una entrevista con Sputnik, García Granda dijo no solo que la implementación del sistema MIR contribuirá al incremento del turismo ruso en Cuba, con ingresos potenciales de servicios en hotelería, transporte y gastronomía; también dijo que la aplicación del sistema de pago MIR constituía “un paso fuera del sistema SWIFT* y podría favorecer la incorporación de Cuba a un método de transacciones en el momento que se generalice, sea dentro del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) u otros mecanismos alternativos creados para escapar al predominio del dólar y todo su sistema de medidas económicas coercitivas unilaterales, por demás ilegales desde cualquier punto de vista y violadoras de los derechos humanos”.

Con esta prerrogativa, un régimen que ha sido ampliamente señalado por sus violaciones de derechos humanos, incluidos los derechos digitales, oficializó desde el 5 de diciembre último el uso de las tarjetas MIR en cajeros automáticos y terminales de puntos de venta en el país.

Conversaciones entre representantes del Sistema Nacional Ruso de Pagos por Tarjeta (NSPK, por sus siglas en el idioma eslavo), el Banco Central de Cuba (BCC), Servicios de Pagos (RED S.A) y Fincimex sellaron la puesta en marcha de este medio de pago [ruso] a través de toda la red nacional de cajeros automáticos y Terminales de Punto de Venta (POS), aunque su desarrollo será gradual según el oficialismo: comienza en los polos turísticos y posteriormente se irá extendiendo a todo el país como parte de un servicio que se brinda en la red de cajeros automáticos desde diciembre de 2022.

En los últimos años, más allá de la parte rusa, que recibe duras sanciones desde la incursión militar de Moscú en Ucrania, las tres entidades cubanas mencionadas han estado en la mira de EE.UU. e instituciones financieras internacionales. 

Sobresale en ese escenario Fincimex, una dependencia de GAESA (el grupo de empresas militares que dominan una parte importante de la economía cubana). Fincimex operaba por la parte cubana las remesas que se enviaban desde Estados Unidos a Cuba vía Western Union y que terminó siendo sancionada por la OFAC como parte de la estrategia de Donald Trump para castigar a GAESA. 

En junio de 2020, el Departamento del Tesoro incluyó en su lista de entidades dependientes de GAESA a Fincimex, la socia de Western Union, lo que se suponía prohibía relacionarse con la empresa. Pero para noviembre, el régimen cubano se las ingenió para que Redsa, una empresa que opera cajeros automáticos, fuera autorizada para gestionar remesas.

“Las autoridades cubanas están apostando a que, aunque la administración de Joe Biden no elimine a Fincimex de la lista negra, tampoco hará nada para incluir a Redsa y el negocio de las remesas se podrá reanudar”, publicó entonces Cubatrade, una organización estadounidense. 

En efecto, las remesas se restablecieron y si hoy no son estas empresas canales fundamentales en el flujo de dinero a la Isla es porque los cubanos han preferido vías alternativas, dado el alto precio al que se cotiza el dólar (260 x 1) en el mercado informal, en contraste con el oficial (24 x 1). Esto refuerza la idea asentada de que negociar con el Estado cubano deja pérdida.  

Ya no EE.UU., del otro lado del océano, una disputa en Londres que implicó la reclamación de deuda soberana de algo más de 70 millones de euros por la demandante CRF contra el Banco Nacional de Cuba y el garante de esa deuda (la República de Cuba) puso en entredicho las operaciones de las instituciones bancarias de la Isla. El demandante consideró que “el BNC es ahora el Banco Central de Cuba y sigue siendo responsable de la gestión de las deudas cubanas impagas”. 

No obstante, bajo el marco de actuación del Gobierno de Joe Biden, que ha dejado espacio para un clima de relajamiento de sanciones a pesar de que Cuba continúa en la lista de países patrocinadores del terrorismo, los autoritarismos de La Habana y Moscú se alían y buscan salidas para mantenerse en el poder, servir de contrapeso a las democracias occidentales de la OTAN y proponer un nuevo orden mundial. 

Los rusos Vladímir Komlev, director ejecutivo, y Evgeniya Egorenkova, jefa de Departamento de Negocios Internacionales, ambos de NSPK Rusia, se dieron cita con los cubanos Alberto Javier Quiñones Betancourt, vicepresidente, y Julio Antonio Pérez Álvarez, director general de Operaciones y Sistemas de Pagos del BCC; Greicher La Nuez Gambino, directora general de la institución financiera no bancaria Servicios de Pago Red. SA, y Yamil Hernández González, gerente general de Fincimex. Incluso, para comprobar el funcionamiento de las tarjetas, acudieron a la tienda Casa del Café “Mamá Inés” de la red Caracol, donde ejecutaron satisfactoriamente una compra. 

¿Una variable en la evasión de sanciones?

La implementación de MIR en Cuba se promueve en un contexto en que los gobernantes han ido a bandazos en políticas de ordenamiento y reordenamiento monetario. Una ostensible inflación se entrecruza con un reciente corralito financiero, medidas de bancarización y poca disponibilidad de efectivo, lo que ha creado disonancias para la población atenta al relato impulsado por el régimen de que, como en el mundo desarrollado, se trata de digitalizar y apostar por el comercio electrónico.  

El apadrinamiento de Moscú en estos procesos de transición electrónica, que contrasta con la precariedad de las infraestructuras en la Isla, es evidente en tanto expertos del Instituto de la Economía de Crecimiento Stolypin (IER) enviaron propuestas al viceprimer ministro de Cuba, Ricardo Cabrisas Ruiz, sobre la digitalización del control fiscal y la banca electrónica. Las recomendaciones, basadas en la experiencia rusa, son dadas en el marco del trabajo del centro conjunto para promover la transformación de la economía cubana, creado tras un memorando firmado durante una reunión de la comisión intergubernamental Moscú-La Habana.

Según las propuestas enviadas al régimen cubano, la base física del llamado Superservicio debería ser una institución financiera especializada: el Banco de Desarrollo Empresarial (creado en colaboración con uno de los bancos rusos), cuya responsabilidad es mantener registros de entidades comerciales, proporcionar registro en línea, abrir cuentas para estas empresas y mantener servicios de liquidación y caja, transferir impuestos como agente fiscal y transferir datos en formato automatizado a la autoridad fiscal cubana, según el reporte de RIA Novosti citado por Diario de Cuba que incluye declaraciones de Boris Titov, comisionado presidencial para la Protección de los Derechos de los Empresarios de Rusia y presidente del Consejo Empresarial Rusia-Cuba. 

“Hoy, el Gobierno de Cuba está pensando en la transición de una estricta regulación estatal al desarrollo de la competencia privada. Propusimos aprovechar la experiencia rusa en la digitalización del control fiscal y la banca electrónica, combinando estas tecnologías dentro de una plataforma digital: el Superservicio”, dijo Antón Sviridenko, director ejecutivo del IER.

Si bien para algunos una primera lectura indicaría que el objetivo primordial del despliegue del sistema MIR en Cuba es la captación de turistas provenientes de Rusia (tercer mayor emisor de turistas a la Isla), un análisis menos epidérmico lleva a postular, como cree el economista Orlando Freire Santana, que esto afianza la dominación rusa sobre la economía cubana. “Cada vez el dominio ruso, la participación rusa en todas las ramas de la economía cubana va en aumento. Entonces las relaciones económico comerciales ruso cubanas deberán alcanzar el mismo nivel que las relaciones políticas, y las relaciones políticas tanto de Cuba como Nicaragua y Venezuela marchan al compás de la geopolítica del Kremlin”, afirmó Freire Santana en entrevista con Martí Noticias, aunque sostuvo que la autorización del uso de las tarjetas MIR en Cuba tiene como objetivo primordial la captación de turistas rusos.

Esto coincide con la reciente noticia, presentada por el régimen como “aclaración”, de que las tarjetas MIR rusas no son para el uso de ciudadanos cubanos, sino que son “unas tarjetas internacionales, emitidas por el Banco Central de Rusia” y su utilización en el país “no va a tener ninguna implicación para los cubanos, sino para los ciudadanos rusos, para los turistas de esa nación que vengan a Cuba”, dijo al diario oficial Escambray Arelys Alfonso Valero, jefa del Departamento de Banca Electrónica en la Dirección del Banco de Crédito y Comercio en Sancti Spíritus. La nota amplia que estas tarjetas rusas tampoco se van a emitir para los ciudadanos cubanos.

Llama la atención que esta “aclaración” no se haya hecho antes y que hasta en medios como Cubadebate se haya omitido este dato. En el foro de comentarios de ese medio oficial algunos internautas preguntaron una serie de cuestiones relevantes:

  • ¿Cuándo el BCC y la entidad autorizada para el manejo del sistema de pago MIR crearán una coordinación para la emisión de tarjetas para su uso en el territorio nacional y de ser posible en el exterior? 
  • ¿Existirá la voluntad de que el pueblo pueda poseer tarjetas de uso internacional y no solamente nuestras tarjetas nacionales que lamentablemente no tienen ningún tipo de validez en el extranjero?
  • ¿Se podrán depositar rublos en efectivo tanto por cubanos como por extranjeros?
  • ¿Se podrá transferir de las tarjetas MIR a las tarjetas cubanas?
  • ¿Se podrá comprar en las tiendas en MLC?
  • ¿Se podrá extraer dinero en CUP de estas tarjetas?
  • ¿Una persona que resida en Rusia podrá mandar a la Isla una tarjeta MIR y utilizarse en el territorio nacional?

Sin embargo, las respuestas del autor del texto se enfocan en que “MIR es como una pasarela análoga a SWIFT que controlan los yanquis” y advierte que “es probable que por ahí recibas divisas, de los países que están conectados a MIR”. Detalla que “si el medio de pago que es Transfermóvil logra unirse a MIR, no hace falta tarjeta” para las operaciones.

Más allá, un usuario identificado como Pedro Rodríguez aleccionó con que “el sistema se está implantando inicialmente para el cobro a los turistas rusos para que con su moneda puedan venir y, además, al ser un cobro electrónico, Cuba puede usar parte de ese dinero en el exterior”. Remarcó que “lamentablemente Cuba no puede estar dando detalles de este tipo de operaciones, pues los enemigos del país son muy ingeniosos y con la información les sería más fácil tratar de fastidiarnos”. Luego citó a Fidel Castro: “No quiere decir que ellos no averigüen pero que pasen trabajo y pongan a su gente a averiguar”.

Remató así: “Al menos sabemos que el país está dando un paso nuevo para tratar de avanzar y sortear los efectos del bloqueo”. Si se lee con perspectiva, no sería descabellado creer que La Habana haga más adelante alguna movida con el sistema MIR. Para el exdiplomático Juan Antonio Blanco, va más allá de crear cuentas en rublos en Cuba con las cuales las compañías cubanas podrán liquidar ―si es que lo hacen, porque nunca pagan― cuentas a las empresas rusas, y además, en esa misma moneda.

“En realidad ―cree― esa no es la idea. La idea es ir creando las condiciones para ver si los cubanos logran buscar tontos útiles suficientes que les abran las puertas de las cuentas bancarias a mipymes en Estados Unidos. Entonces sí pueden evadir las sanciones, tanto Rusia como Cuba, porque, sobre todo si quitan a Cuba de la lista de países terroristas, le quitan todos los filtros que tienen los movimientos de los flujos bancarios de Cuba, y eso es lo que realmente están buscando. Ese sería el logro real”.

Al margen del tanteo cubano con los estadounidenses, los rusos nunca se han ido del todo. El intercambio fluido, de ida y vuelta, que retomaron desde hace casi una década los altos mandos de las dos naciones, aliadas de la Guerra Fría, se expresa en todos los ámbitos. En la Cuba donde han perdurado las colecciones de matrioshkas, los ventiladores órbita, las lavadoras Aurika y los automóviles Moscovitch como reminiscencia de una antigua alianza socialista, hoy se asiste a la “rusificación” 2.0. 

El panorama es este: rublos en circulación, visitas constantes de altos funcionarios, rusos llegando a zonas turísticas a través de la aerolínea rusa Aeroflot y el anuncio de Boris Titov, uno de los asesores económicos de Vladímir Putin, de que Rusia venderá en Cuba alimentos, productos químicos y productos para el hogar a través de una empresa mixta con la corporación estatal CIMEX, propiedad del grupo empresarial de los militares cubanos GAESA. 

De no ir las cosas en serio en la alianza entre Rusia y Cuba, como apunta en CubaNet el columnista Ernesto Pérez Chang, en asuntos de economía no se hubiera ido tan lejos, mucho menos asumiendo los riesgos que implica que además del dólar, el peso cubano y la virtual Moneda Libremente Convertible (MLC), el régimen añada una cuarta moneda a la ecuación, admitiendo el rublo y las tarjetas rusas MIR en una serie de operaciones que paulatinamente irán extendiéndose. A esto hay que sumar, por otra parte, el arrendamiento de tierras cuyos propósitos no son del todo claros. Todo lo cual afianza el dominio de los rusos sobre la depauperada economía cubana.

Aunque parecieran intensificarse ahora a la luz pública, en realidad la relación cubano-rusa se está recuperando desde hace varios años. A partir de 2014, mientras en público Raúl Castro le estrechaba la mano a Obama para sellar la normalización de relaciones entre Cuba y EE.UU., en privado, le confiaba a su hijo Alejandro la reconquista de la alianza con Rusia en temas de defensa y seguridad. En un año en que se extendieron los rumores de espionaje chino desde La Habana y se acaban de desclasificar documentos de inteligencia que concluyen “la falta de urgencia” del Gobierno estadounidense sobre la búsqueda de posibles despliegues de misiles en Cuba en 1962; otra vez se coloca la Isla en perspectiva como punta de lanza bajo un régimen que busca su supervivencia en el poder y que ahora autoriza unas 9.000 mipymes en el país como parte de su discurso de cambio. 

En un año en que ha sido cuestionado el Acuerdo de Diálogo Político de la Unión Europea y Cuba, lo que podría poner en riesgo la entrega de fondos de la organización para programas de desarrollo, más un juicio en Londres que puso al régimen en el candelero y la persistencia de la guerra rusa en Ucrania, Cuba se ha decantado por el reacercamiento a Moscú sin perder de vista el oxígeno que pueda llegar desde EE.UU. vía remesas, comida y recargas.

Palma Soriano, Cuba (1993). Periodista por cuenta propia con fugas frecuentes hacia la poesía. Autora de los libros Eduardo Heras: los pasos, el fuego, la vida (Letras Cubanas, 2018) y Mestiza (CAAW, Estados Unidos). Egresada de la Universidad de La Habana e integrante de la Red Latam de Jóvenes Periodistas. Ha publicado en Distintas Latitudes, HuffPost, Clarín, El Estornudo, Hypermedia Magazine, pero la mayoría de sus textos están en Eltoque y Tremenda Nota. Escribe, luego existe. --
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