David D Ommi: «El beat es mi fuerza y mi debilidad»

Ilustración: Julio Llópiz-Casal

Hace años escuché una frase atribuida a uno de los Beatles, cuya autoría nunca he sentido la necesidad de corroborar: “Nuestro gran descubrimiento fue que nos dimos cuenta que la gente no iba a nuestros conciertos a escucharnos, sino a vernos”. En esas palabras parece estar contenida la esencia del marketing musical desde inicios de la segunda mitad del siglo XX hasta el día de hoy. Pero más allá de cualquier mercadeo, me parece innegable que quien se fascina con el trino de un pájaro siempre ansía ver, por sí mismo, el plumaje y la gestualidad del animalillo responsable de la melodía. Lo mismo pasa con las olas del mar. Lo de “vista hace fe” parece tener todo el sentido (sonoro) del mundo.

Con David D Omni me pasó que lo vi un rato antes de escucharlo cantar por primera vez. Sabía de antemano que cantaría por alguien que me lo dijo. Desde entonces me fascina ir a verlo porque lo que quiero realmente es escucharlo. No es sencillo ver a un músico que logre eliminar, prácticamente, la frontera que separa el sonido que genera de la imagen que proyecta y la actitud que sostiene. David lo logra con tremendo encanto, tremendo desenfado y tremenda economía de recursos.

Sería un crimen empezar una entrevista contigo por el principio y de manera convencional, así que vamos a pasarla bien, y tratemos que esto parezca más una conversación que una entrevista. 

Creciste en un lugar de la Habana que, a pesar de ser una urbanización resultado -entre otras cosas- de la incompetencia y la irresponsabilidad administrativa del gobierno cubano, ha sido un lugar con Historia e importancia. ¿Qué es y ha sido Alamar para ti? 

Alamar es un experimento social, una ciudad laboratorio para crear un hombre nuevo, según se lo planteó el PCC. Para obtener vivienda en esta ciudad, los ciudadanos no podían tener creencias religiosas, identidad de género abierta o filosofías ajenas al Marxismo-Leninismo. Todos los exiliados de la izquierda latinoamericana, los técnicos del campo socialista europeo y obreros de toda la isla reunidos en el housing project más grande del mundo; 123 000 habitantes bajo una ideología y arquitectura en forma de bloques. 

Al ser una ciudad joven, fundada en los años 70, carecía de tradiciones propias, a diferencia de barriadas como Guanabacoa o Regla. Esto trajo una mixtura cultural interesante en el panorama nacional, ya que la gente sí tenía creencias religiosas y filosofías diversas. Los dioses africanos vivían junto a Jesús, Buda, y la identidad de género en closets y armarios. La cercanía al mar dejaba que los radios sintonizaran emisoras norteamericanas en medio de una sociedad donde al Rock, al Reggae y al Hip Hop se les ha tratado históricamente como enemigos del Estado. 

Los primeros festivales de Rock en Cuba, el desarrollo posterior de la Cultura Hip Hop, la música electroacústica, el performance y el arte transgresor encuentran en Alamar el clima perfecto. Y sí: nace un hombre nuevo en este experimento social. Pero no el soñado por el PCC, sino el tipo de hombre que nace en housing projects de New York o Paris, frutos de la mezcolanza apresurada, el desarraigo y lo nuevo. 

Hoy vivo en Guanabacoa, pero me considero un producto de Alamar, un Alamar que, de hecho, ha muerto: la cesura, la cancelación de festivales, la exclusión de proyectos renovadores, junto al constante y vano intento de crear un hombre socialista a base de reprensiones estatales y ostracismos, han convertido a esta ciudad en un dormitorio gigante y gris.

Vamos a ubicarnos en lo que yo personalmente asumo como el principio, el principio de David D Omni, aunque va y me equivoco. He escuchado que cuando estudiabas en el Pre fue que diste con la gente de Omni-ZonaFranca. ¿Es verdad eso de que cuando conociste a Amaury Pacheco sentiste que era mejor profesor que los que tenías en el pre universitario? 

Cuando se funda Omni-ZonaFranca yo estaba en la secundaria. Para entonces mi participación en el proyecto se sustentaba en fugas escolares, hasta principios del 2000, que decido abandonar el sistema de educación cubano e instruirme a mi propio ritmo. Fue la mejor decisión que tomé en mi vida. 

Desde que conocí a Amaury Pacheco y me invitó al taller del grupo mi vida cambió. 

Te puedo decir que tuve magníficos profesores durante mi etapa escolar. Me enseñaron valores y me dieron herramientas que hoy son parte de mi vida, por lo que mi abandono del sistema de educación cubano no tiene que ver con los magníficos maestros que tuve, sino más bien con el sistema en sí, que me parece algo arcaico y adoctrinante. En Omni, a diferencia del sistema de educación, siempre fue de vital importancia el aporte de cada miembro. A cualquier ser humano que le interese el cambio, la propuesta, la crítica y el aporte renovador a la sociedad, le complacería encontrar un espacio donde tales prácticas se cultiven. Más en medio de un sistema totalitario y autoritario que derrocha sus recursos más en la “formación de valores” que en la reforma.

Hablando del Pre: Ambos somos del año de la Rata de Madera en el horóscopo chino. Por tanto, pertenecemos a una de las generaciones a las que le tocó experimentar lo que fue la enseñanza preuniversitaria en colegios internos fuera de La Habana. Dime qué fue la Beca para ti.

A modo relámpago te brindo varias imágenes de lo que fueron esos colegios internos para mí:

Trabajo en el campo entre enormes y hermosas papas que nunca vi en la mesa de un cubano.  Hermosos y grandes plátanos ausentes del panorama nacional, que luego encuentras en mercados de Costa Rica con etiquetas cubanas. Calor, sudor, frío, mosquitos, mucho sexo entre niños y niñas o profesores y alumnos. Riñas entre bandas, apuñalamientos, mano de obra en fincas particulares, preparación militar, actos políticos. HAMBRE! Mucha hambre, virutas de pan con azúcar, cabos de cigarro, baile, rumba en maletas de madera, pesadillas durante los cortos pases a casa, castigos presidiarios, risas, lágrimas, amor, amistad, odio, ira, prisión… Todo esto en la mente de un niño.

Omni-ZonaFranca fue una experiencia creativa que casi automáticamente se relaciona con el performance. Pero para mí, en lo personal, la idea que mejor define a OMNI es la de poesía. ¿A día de hoy, cómo contarías lo que fue OMNI? 

Omni-ZonaFranca es la unión de un grupo de poetas y otro de artistas plásticos, que más adelante se fusionan con performance, moda, religión, política y cuanta manifestación fluyese desde el centro de la comunidad. Llegamos a organizar un festival internacional de 30 días en los meses de diciembre llamado Poesía sin fin, donde convivían lecturas de poesía, ferias espirituales, coloquios sobre filosofía o política, talleres de experimentación corporal, danza, teatro, intervenciones públicas, noches de cabaret, desfiles de travestis, hip hop, música electrónica, trova, cine, artes plásticas… pero, sobre todo, una escuela. 

Recuerdo que a diario nos reuníamos frente a algún libro y leíamos en colectivo temas económicos o artísticos. Chamanes y guías espirituales de diferentes culturas practicaron sus rituales e iniciaciones en nuestro taller, donde Dioses, filósofos, políticos, artistas o locos estaban al alcance de la comunidad. Lo llamaría un espacio de auto instrucción, en constante evolución y nutrición. 

Te decía que me considero un producto de Alamar, pues también me considero un producto de Omni-ZonaFranca.

En Omni-ZonaFranca los vi protagonizar actos creativos muy variados, que involucraban desde acciones corporales disímiles hasta acciones plásticas más «tradicionales», por decirlo de algún modo. Pero en tu caso particular, la música fue desde bien temprano un signo expresivo de mucho peso. Háblame de cómo llegó la música a ti. 

OMNI es de las influencias más fuertes en mi vida, ya que ocurre a temprana edad y forma mi carácter, pero la influencia más fuerte en mi “producto artístico” es la cultura Hip Hop, que comienza en Alamar a principio de los 90s, y la cual practico desde primaria. Mis primeras canciones de rap sonaron en matutinos y recreos escolares. Ya en OMNI me nutro de otras manifestaciones artísticas, pero la influencia de la cultura Hip Hop es algo que no escapa de mi obra, aunque trate. Podría decir que OMNI me convirtió en un rapero y humano diferente. Incluso el Rock, el patio de María, o el Reggae entran a mi vida después del rap.

Una vez escuché a alguien decir, en el Taller de ustedes en la Casa de la Cultura alamareña, que eras la única persona que había encontrado relación entre los poetas místicos y los raperos de Nueva York. Es una imagen que me da mucha risa, a la vez que creo que te define muy bien. Háblame un poco sobre poesía y rap en tu universo creativo. 

El Rap en Alamar fue moda. Es verdad que lo elegí, pero era un niño. Para mí la profundidad de la vida era destacar, como cualquier niño, en patrones que regían la conducta colectiva. El beat, la danza, el graffiti, y la moda del rap, marcaron mi infancia más allá de algo opcional. Fueron lo más renovador y transgresor que pude encontrar en mi niñez. 

Cuando empiezo a “madurar” conozco a Omni-ZonaFranca, que no era tendencia o moda, representando para mí la búsqueda interior y ruptura con los estándares de sociedad, arte y vida. Un tipo como Amaury que vestía un abrigo a pleno sol; un tipo como Juan Carlos Flores, que escribió poemas con su propia vida hasta que murió; intervenciones incómodas como las de Eligio… más una larguísima lista de pintores, escultores, poetas y locos de remate que removieron los cimientos de esta realidad, fueron mi influencia y paradigma desde entonces. El Hip Hop lo heredé, como quien hereda el carácter de los padres, y entre poetas me construí, como quien construye un templo. A ambos les debo quien soy.

Una de las cosas más interesantes que tenía para mí el festival Poesía Sin Fin, era el modo horizontal y sin jerarquías en que ponían a dialogar las formas de poesía más tradicionales con las más experimentales, de vanguardia y multidisciplinares. ¿Qué fue lo que los llevó a impulsar un festival tan ambicioso y hermoso? 

La apertura, la sed de cambio, renovación, y experimentación, dieron paso a esa mixtura que fue borrando los límites entre arte y vida. Una característica de nuestro festival fue la naturalidad. Podríamos compararlo con un aguacero que moja a cualquiera, sin importar niveles o jerarquías; un caldo de cultivo donde no existen realidades últimas o verdades absolutas.

Hablar de la historia de OMNI implica también hablar de Juan Carlos Flores, aunque se trate de cosas independientes una de la otra. ¿Para ti quién fue Juan Carlos? ¿Qué representa? Háblame tanto del poeta como del ser humano. 

Puedo decir antes de morir que conocí a un poeta; el ser humano y el poeta eran uno en él. Era capaz de estrujar su propia vida como una hoja de papel; convertirla en una monarquía, con reyes, cortesanos, bufones, tiranos y salvadores. Podía ser instructor de fútbol a la altura de los mejores, o practicar en las madrugadas artes marciales esquivando autos a toda velocidad en Vía Blanca. Habitaba en el arquetipo, entendía el origen de la palabra, la imagen y la forma. Destructor y creador de mundos. Fue capaz de borrar esta realidad, literalmente. En fin… Maestro de maestros, el Mostro, el Animal.

Volvamos a la música. Tu capacidad para experimentar tiene un diapasón bien abierto. Tienes una cultura sonora variada. Tu sistema de referencias tiene muchas direcciones, pero la música que haces está signada por el beat sobre todo. La música a base de beats implica una cultura muy amplia, más allá de lo que conocemos como Hip Hop. ¿Cómo David entiende la cultura del beat de modo general? ¿Ha cambiado tu manera de verla con los años?

Me encanta tu pregunta, ya que de tantas cosas que he disfrutado en esta existencia, nada supera el hecho de escuchar un beat. Como te decía antes, lo heredé, es parte de mi ADN, producto de criarme en una ciudad joven, donde mi cultura primaria fue el Rap. 

El beat es mi fuerza y mi debilidad. Mi fuerza porque le amo y mi debilidad porque a pesar de consumir enormes cantidades de géneros y subgéneros musicales, me es imposible escapar de él. Se me acaba de ocurrir un epitafio para el sitio donde quieran recordarme, sería: “Cun cun pá, cu cun cun pá”

Además de una tremenda carrera musical tienes una hermosa familia. ¿Cómo es la vida familiar de David más allá de la creación?

Mi vida familiar es suertuda. Sé que pocos tienen lo que yo, y sé que muchos pasan la vida entera sin encontrar el amor o la amistad. Yo tengo de todo eso. Que algo tan escaso me rodee en abundancia es un lujo existencial de marca mayor. Mi esposa, mi hijo, mis amigos y lo que siento por quienes se atan a mi sangre, es energía cósmica. La devoción y complicidad que se respira en mi templo irradia como un sol.

Miles de páginas, horas de música, toneladas de materia transformadas por artistas visuales y, sobre todo, mucha poesía, han intentado definir, entender, traducir lo que es Cuba. ¿Quisieras compartir conmigo y con los lectores algo sobre lo que Cuba es para ti?

Cuba es el lugar que amo cuando estoy y que extraño cuando no estoy. Por tanto, es mi patria, ahí está mi casa. Te confieso que a veces quisiera no amarla, incluso olvidarla, pero uno no manda en el corazón.

(La Habana, 1984) Artista visual y diseñador gráfico. Su obra abarca el trabajo con casetes VHS, disquetes, memorias, olvidos, basura y juegos tipográficos incendiarios. El Cranbrook Art Museum de Detroit tiene dos piezas suyas en su colección. Ha publicado textos y hecho entrevistas para Hypermedia Magazine, El Estornudo y YucaByte, donde también realiza ilustraciones.
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