La contrarrevolución plebeya 

En las asambleas de la Biblioteca Nacional, en 1961, Castro llama al orden y exige que la discusión no se convierta en una “cámara húngara”, una algarabía vulgar. El sucesor de Castro y usurpador de la presidencia de la República echa mano, a tono con los nuevos tiempos, de un neologismo yanqui: “Ese grupo de personas aprovecha a los que están alentados por los odiadores”. 

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