Saturno no perdona

Ilustración Alen Lauzán

Saturno tiene un hambre voraz cuando se trata de sus hijos. No perdona. Muerde y mastica y mastica y traga todo lo que tenga que tragar. ¡Hay que acabar con los que están por debajo! Los hijos pueden crecer y van a tratar de destronarlo. 

La capacidad de Saturno para devorar a sus hijos es asombrosa. No termina nunca. Nos ha llevado a todos a un estómago oscuro y hondo que no parece tener fin. 

Hay una generación de cubanos que salieron huyendo de la Revolución en los años 60; otro gran grupo escapó en los 80, luego otro más en los 90 y ahora el desangre de la nación es apocalíptico.

Hay otro montón de cubanos que se han quedado en la Isla por elección propia o porque no han tenido la posibilidad de salir corriendo. Para “los hijos de Saturno” no tengo pensamiento malo alguno: los de adentro y los de afuera, todos, cargamos con una cruz. Está el que cree que no carga cruz alguna, está el que carga la cruz más pesada, está el que lleva una cruz pequeñita. Pero hay cruz.

Los que devoran son los mismos, siguen en el poder luego de 60 años. No parecen tener remordimiento alguno. ¿Tendrán miedo? Velan solo por sus barrigas y por el bienestar de los más allegados. El resto, 11 millones de cubanos, ¡que se jodan!

Los devoradores no tienen nada más que militares, policías y órganos represores de toda índole. ¡Es bastante! No producen nada. No solo no producen: su mala gestión y su abrazo de serpiente han acabado con todo. No hay fruta, ni vianda, ni pan.

Lo único que está saliendo es cárcel, terror y miseria. 

Han acabado con la nación. Lo han destruido todo.

Saturno empezó devorando a los afines al gobierno anterior, a los burgueses, a los católicos, a los homosexuales, a los artistas con pensamiento propio… Saturno aplastó con sus mandíbulas a todo el que se alejaba del “hombre nuevo”. El que no estuviera de rodillas, a su merced, aplaudiendo con la banderita en alto, se iba para abajo. Una mordida, un tragar y bye bye.

Tenías el pelo largo, llevabas un jean, dólares… cualquier cosita servía como justificación para ser tragado. 

Saturno luego devoró a los que estaban muy cerca de él: a los socios y militares más cercanos que podían hacerle sombra. Quemados por el sol. 

Saturno no tenía miramientos. Devorar era su misión. ¡La orden de devorar estaba dada!

Un investigador muy culto me contó que cuando Celia Cruz salió de la Isla hubo muchas cantantes que no eran tan buenas que vieron en ese momento su oportunidad para brillar. Si Celia hubiera seguido ahí, no se sabe qué hubiera pasado con ellas.

Con el paso de los años, muchas de estas que estaban en la cola detrás de Celia y que se beneficiaron con su salida, también decidieron irse… y entonces vinieron otras atrás y cumplieron el papel que les tocaba en ese momento.

La Isla ha perdido a muchas de sus mentes más brillantes, a cientos de miles de sus artistas más geniales, pero como una rueda diabólica que no para, cuando se van algunos y parece que todo se va a detener, aparecen de repente nuevos artistas y nuevas mentes.

En la Isla de Saturno siguen naciendo hijos ―como un banquete que no para― y se sigue acabando con las vidas nuevas.

Entre los hijos de Saturno hay un montón que siguen en la Isla-cárcel que no paran de cantar y bailar en las redes sociales. No tengo nada en contra. Solo espero que les haya llegado el memorándum donde se explica que Saturno no perdona a nadie.

Si bailas hoy con la cantidad de gente que está presa y con el sufrimiento que está sobre los hombros de la familia cubana, aplastando y aplastando, solo espero que sepas que no estás a salvo.

Mañana una pequeña cosita que hagas puede molestar al “padre padrón”… y enseguida vas a ser devorado. Hay veces que no tienes que hacer nada malo y solo porque sí, ¡tucún!, cocotazo, y para adentro de la boca fétida. 

Saturno vigila, presiona, intercede para que ninguno de sus hijos salga “malo”. Para que nadie piense por cabeza propia. 

Saturno tiene videos de tal artista con droga, del otro con una mujer que no es su mujer, de otro más con un hombre, en secreto.

Saturno compra y chantajea. 

Aunque Saturno después de tantos años se ha ido quedando solo. Con su gran andador y su silla de ruedas, se para en la Sierra y mira a lo lejos y ve que la peña se ha ido. Desolación total. Por ser tan glotón y tan bruto en poco tiempo no va a tener más comida.

¿Se quedará Saturno sin hijos? 

Hablando de cementerios y desiertos me encontré hace poco en una tertulia literaria con un escritor cubano que lleva mucho tiempo en el exilio. El cubano, un hombre decente que pasa mucho trabajo para encontrar un editor, me cuenta que uno de sus mayores censores, “El Rojo”, se había vuelto loco y había salido desnudo por la calle 23 dando gritos.

“El Rojo” había defendido toda su vida a Saturno y al banquete (su nombre mismo lo delata). “El Rojo” había estado cerca de todos ellos, de los que más mandan. Como un bufón los había defendido y les había cantado sus mejores temas. 

Lo que pasa es que hasta para los más comecandela, el país se está acabando. Las posibilidades de respiro son mínimas. “El Rojo” se vio en un estado de indigencia tal que después de haber entregado su aliento y sus extremidades, ahora le parecía injusto lo que estaba viviendo.

Después de salir a la calle, “El Rojo” fue citado por los secretarios de Saturno, y a pesar de ser su socio, cúmbila, ambia, acabó siendo tragado también.

Esa Isla (y la otra Isla que somos todos) se está convirtiendo en una pila, en un montón de huesitos. Una gran montaña de huesos que brilla. 

El hambre de Saturno no cesa, y como hay poca comida, y casi no le quedan hijos, se convierte en un monstruo más peligroso aún.

No hay nadie a salvo. 

La conga, la marcha de “a bailar y a gozar con la sinfónica nacional” es la danza fúnebre de un montón de gente que no sabe que ya está muerta y que va pisando la lengua sangrante del gran padre que se propone dejar el plato vacío.

Carlos Lechuga (1983) Director de cine y escritor. Dirigió Vicenta B., Generación, Santa y Andrés y Melaza.Escribió En brazos de la mujer casada y Ballena Tropical, su primera novela que verá la luz este 2023.
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