Birán Wars

Ilustración: Alen Lauzán

El imaginario popular, el goce estético, la vida… mejoraron mucho desde que George Lucas nos regaló La guerra de las galaxias.

Hay cientos de miles, millones de fanáticos regados por el mundo.

Hay fans de Darth Vader.

Hay fans de Luke.

Hay fans de Kylo Ren.

Los fans de Star Wars se denominan “warsies”. 

Los de Tolkien: “tolkiendilis”.

Los de Star Trek: “trekkies”. 

Y así se puede seguir por los de Juego de tronos o Harry Potter

Hace un ratico me tuve que ir a lavar los ojos porque un degenerado me mandó por WhatsApp el video de Miguel Díaz-Canel y cuatro barrigones más desconocidos tirándoles una flor a Camilo Cienfuegos en el Malecón de La Habana.

Díaz-Canel agarra el tallo de una rosa y lo lanza como si fuera un proyectil contra las olas.

Cuando yo era niño y lloraba con La historia sin fin también me emocionaba mucho cada 27 de octubre cuando Fidel se acercaba al muro del Malecón y le rendía tributo a su socio (socio que como muchos saben desapareció por obra y gracia del Espíritu Santo). 

La televisión nacional era otra cosa: te ponían esas imágenes y te hacían un zoom a la barba del tipo y a sus ojitos medio mojados y te sonaba en el fondo Sara González. ¡Candela! Aquello era un espectáculo.

Pues el espectáculo, como tantas cosas más, se ha ido de la Isla.

¡Qué feos están los secuestradores de Cuba! ¡Qué falta de corazón, de swing!

Nuestro George Lucas, Fidel, organizó, trabajó hasta las 4:00 de la mañana, se quemó los ojos para lograr todo un imaginario, para regalarnos una guerra de las galaxias propia: La Revolución Cubana.

En el año 59, y luego por varias décadas, el “comandante” amasó y amasó el imaginario latinoamericano y se dedicó a imaginar y crear imágenes en las cuales él era como un dios. ¡David contra Goliat!

Y el tipo salía en el medio de un ciclón y se abría el abrigo y enseñaba el pecho y los periodistas de cada telecentro del país suspiraban.

El tipo, el uno, el caballo, era nuestro Luke… y también nuestro Darth Vader, pero nos daba igual.

Lo jodido de todo es que el mundo “warsie” o “trekkie” es una creación benévola: no deja presos políticos atrás, ni fusilados, ni familias separadas, ni hambre, ni nada de eso.

Pero bueno, nada, Cuba es una Isla muy loca, y allá en Birán nació este tipo, de sangre gallega, al que le dio por eso. Y nos jodió a todos. Tremendo experimento, una saga de mil películas que no se acaban.

Creo que en el fondo de su corazón, Castro nunca se iba a imaginar que la cosa fuera a acabar así como acabó. 

El mundo occidental, “el lobo feroz”, los imperialistas, de Estados Unidos, Europa y un par de lugares más, varias veces se sentaron con Fidel y luego con esta gente que hay ahora, para decir “Vamos a reconstruir Cuba. Vamos a arreglar la talla”. Pero ellos, por miedo a perder el poder, prefirieron apretar y hundir la Isla en el mar y pa’l carajo. 

Con la pérdida de todo y con la crisis terrible que vive el país, era imposible que el “hombre nuevo” fuera a ser algo estéticamente agradable. Los muchachones barrigones y machistas esos que están en el poder, están ahí gracias a que dijeron que sí a todo delante de la generación “histórica” y se midieron bastante de no proponer algo inteligente que los fuera a poner en plan pijama como a tantos otros.

Calladitos, aprovechados, hasta que se vayan muriendo todos los viejos esos, para luego quedarse con el paquete de maíz. 

La visualidad de eso que hay ahora en la Isla como gobierno es fea. La sinopsis de la película es absurda. La puesta en escena es la de un teleplay de mala calidad hecho por un borracho. Y los personajes… los personajes no es que sean odiados, ni rechazados. No llegan a la maldad de Darth Vader ni de Lord Voldemort; son gentes insulsas, vulgares, feas a la vista, que lamentablemente no se quedan en la pantalla. Su maldad, su hacer, afecta a miles, a cientos de miles de familias cubanas.

El experimento “Revolución” dio esto. El “hombre nuevo” es Ulises Guilarte de Nacimiento, Manuel Marrero…

La épica, el cantar de Birán, el recorrido del héroe cubano, parece una creación de un guionista cansado y borracho de grasa de puerco que no tiene ganas de nada. Con los dedos grasosos escribió “Birán Wars” y dejó el teclado manchado y se fue a cagar y no había papel y ya… FIN.

Esa es la propuesta que trae esa gente. Esos son los secuestradores del país más lindo del mundo. País que dejó cientos de grandes artistas, escritores. País rico en pescado, azúcar, coco… Un país hermoso, que cayó en manos de unos galácticos mediocres que no sirven ni para lanzar una rosa al mar.

Miguel Díaz-Canel llega. Mira al mar. Agarra una rosa por el tallo. La lanza como proyectil al mar. Gesto vacío. Muerto que ya no se siente. Lo hueco.

Sesenta años condensado en un gesto. 

La jodieron. 

No los queremos.

Esta gente tiene que acabar de agarrar las maletas e irse echando porque hay un país que reconstruir. 

Para luego es tarde.

Carlos Lechuga (1983) Director de cine y escritor. Dirigió Vicenta B., Generación, Santa y Andrés y Melaza.Escribió En brazos de la mujer casada y Ballena Tropical, su primera novela que verá la luz este 2023.
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