Yaisely Hernández: “Con flores y medallas no se come”

Ilustración: Alejo Cañer

La telenovela cubana Salir de noche, dirigida por Mirtha González e Ivo Herrera, que se transmitió en Cuba en el año 2002 fue la gran puerta de entrada a la pequeña pantalla para la entonces joven actriz Yaisely Hernández.  

Los conflictos principales de la telenovela giraban en torno al mundo de las casas de moda y el universo de las pasarelas en La Habana de finales del siglo XX y principios del XXI. Yaisely interpretaba a Eva, una joven e inexperta modelo que comenzaba a trabajar en la popular casa de modas Sutil, y que se enamoraba de un hombre casado y mayor que ella, interpretado por el fallecido primer actor cubano Rubén Breña.  

Eva se quedó conmigo por un tiempo, al igual que Yaisely. Seguí muy de cerca su carrera mientras estaba en Cuba y me hacía feliz tropezármela por sorpresa en cualquier programa dramatizado de la Televisión. Con el tiempo, Yaisely ha seguido haciendo telenovelas, unitarios, humorísticos, y ha seguido creciendo como actriz a los ojos de su público, que la sigue reconociendo y elogiando cuando se la encuentra lo mismo por el Prado de La Habana que por la Calle Ocho de Miami.

 ―¿Quién es Yaisely Hernández?

―Nací en San Miguel del Padrón, pero me crié en Güines, por eso me autotitulo güinera. La ciudad de Moa, donde vivían mis abuelos paternos, es otro lugar importante relacionado con mi crianza, mi ambiente, mi crecimiento. Desde que tengo uso de razón quise ser actriz y, a pesar de haber estudiado en un pre de Ciencias Exactas, cuando aprobé las pruebas para ingresar en el ISA [Instituto Superior de Arte], no lo dudé. 

A cualquier cosa que me hubiera dedicado lo hubiera hecho con responsabilidad y entrega, pero soñaba con los escenarios. ¡Y allá fui! Siempre tuve un instinto maternal y familiar muy fuerte, siempre supe que mi familia estaría por encima de todo y que mis hijos serían mi fuerza mayor en esta vida. Me siento realmente orgullosa de mi familia, de toda, que no es perfecta, «mas se acerca a lo que yo simplemente soñé», ja ja ja. Soy una escorpio muy libra. Me gusta disfrutar cada momento de la vida, desde el primer minuto en que abro los ojos; eso creo que es lo que me ayuda a sobrellevar los malos momentos.

―El público cubano ha tenido la suerte de verte interpretando diversos personajes en la pequeña pantalla. Y aunque lejano en el tiempo, uno de los más recordados, al menos para mí, es el de la telenovela cubana Salir de noche, en el año 2002. A más de dos décadas, ¿qué conserva Yaisely de aquella experiencia? 

―Uno de los mejores recuerdos de mi vida laboral. Descubrir la televisión y el impacto de este trabajo en el público fue muy gratificante. Además, tuve la posibilidad de trabajar con excelentes actores que fueron muy generosos con una, entonces, joven actriz, recién graduada, desconocida y sin ninguna experiencia en el medio. Por si esto fuera poco, Salir de noche resultó ser una de las producciones más gustadas por los televidentes desde su transmisión en el año 2002. A más de 20 años aún la disfrutan y la recuerdan. Luego trabajé como locutora de radio, presentadora de espectáculos y, por supuesto, en el teatro. Disfruté cada uno de los trabajos que hice, ¡mucho!, sobre todo en teatro, pero esa telenovela marcó mi vida profesional. No pude tener mejor debut.

―Después de Salir de noche, vinieron otros grandes personajes y tu carrera en televisión continuó en ascenso. ¿Cómo es hacer televisión en Cuba en estos tiempos?

―Como casi todo en Cuba en estos momentos. Cuesta mucho que las personas se motiven a hacer un trabajo ―aunque sea lo que aman hacer― con la falta de recursos que hay; pero peor que la escasez, son los obstáculos que ponen dirigentes y «administradores» que poco o nada conocen sobre el medio, que limitan la creatividad y la imaginación con censura y visión corta. Los productos cubanos de los medios audiovisuales no aportan nada (o casi nada), son un gasto total para la economía del ICRT, del Ministerio de Cultura, de todos los involucrados en la producción de las obras, porque no se ha creado un mecanismo eficiente y flexible para su comercialización. Entonces, es lógico que cada vez dediquen menos presupuesto para eso y se vaya creando una cadena de ineficiencia, desmotivación, trabajo chapucero, de «corta y pega». En estos últimos tiempos, cuando se han logrado buenas cosas, es porque un porcentaje mínimo del colectivo de trabajo que interviene se sacrifica mucho para obtener un resultado digno, pero las personas se cansan. Los que tienen otra opción, se van, a los que no les queda de otra, siguen «machacando en baja» y se van apagando; se hacen viejos y muchas veces la instituciones no los apoyan, reciben homenajes, sí (algunos), pero con flores y medallas no se come, ni se arregla la casa, ni se compran medicinas. Es la triste realidad de los trabajadores cubanos, de casi todos los cubanos.

―Hace algunos meses se hizo viral un video donde anunciabas que llevabas unos meses viviendo en Miami, pero que no te habías atrevido a hacerlo público por vergüenza. ¿Por qué vergüenza? 

―Sentía vergüenza por varios motivos: primero por “abandonar el barco». Como dije en mi respuesta a tu pregunta anterior, todavía quedan muchas personas del medio en Cuba que se esfuerzan por hacer un buen trabajo para el público. Yo estaba ahí y me sentía orgullosa de andar codo a codo con mis colegas, dando lo mejor de mí, más que todo por el reconocimiento del público, porque económicamente la retribución no era proporcional a los sacrificios que se hacían. 

En segundo lugar ―aunque mi familia es lo más importante para mí y la decisión de emigrar fue por ella principalmente―, me sentí un poco egoísta y cobarde por no quedarme y seguir bregando con los de allá, seguir defendiendo nuestro trabajo y ser testigo (si me alcanzaba la vida para ello) de los buenos cambios que pudieran ocurrir. 

Y tercero, porque aunque todo trabajo es digno (sobre todo cuando compruebas en carne propia que puedes llevar una vida digna con lo que sea que hagas) es un poco frustrante pensar que dedicaste tiempo de estudio, de sacrificio, de sueños, por más de 20 años, para abandonarlo todo y comenzar de nuevo en algo que, para empezar ni siquiera sabes qué puede ser (aún siento que estoy probando) o a dónde puedes llegar con eso (no soy de las personas que se conforman con hacer el trabajo y ya, me gusta destacar en lo que hago). Y si tuviera 20 años… ¡bueno!… toda una vida por delante para escoger, probar, pero con más de 40, no tienes mucho chance para equivocarte. 

Creo que no es difícil de entender, ni tan cuestionable entonces mi vergüenza; me parece que es un sentimiento lógico y humano.

―¿Qué te motivó a salir de Cuba, y por qué la decisión de establecerte en Miami junto a tu familia?

―En esencia, buscar un futuro mejor para mis hijos. Ellos querían salir de Cuba y lo iban a hacer conmigo o sin mí. De todas formas ya mi esposo y yo lo habíamos decidido hacía algunos años; por eso él vino antes e inició el proceso de reunificación familiar que concluyó con nuestra llegada, en noviembre de 2022. Tanto él como yo teníamos la visa múltiple para viajar a Estados Unidos y en Miami tenemos a buena parte de nuestras familias, por eso la elección. Los jóvenes pierden la esperanza en mi bella Isla, esa es la triste verdad.

―¿Qué fue lo que más te sorprendió de Miami?

―Sinceramente, no me sorprendió mucho, por el parecido que tiene con nuestra Isla y la cantidad de cubanos que hay. Es como una extensión, ja ja ja. 

―¿Qué es lo que más y lo que menos te gusta de esta ciudad?

Me gusta, precisamente, que se parece mucho a Cuba, que hay también muchas personas que me reconocen, me saludan con cariño y me dan apoyo. Me gusta que hay oportunidades para superarse y crecer; todo depende mucho de la voluntad y el empeño de cada cual, de la disposición para sacrificarse y trabajar duro, porque hay esperanzas de ver buenos resultados. Lo que menos me gusta es cuando el tráfico se pone pesado 😕 y la descortesía al timón de algunas personas.

―¿Qué es lo que más y lo que menos extrañas de Cuba?

―Mi emigración es muy reciente. Aún extraño mucho todo, desde la gente, mis familiares y amigos, hasta los baches de las calles, la mala hierba de la que se queja todo el barrio, la telaraña de alguna esquina del techo de la casa… No sé… todo. Pienso en Cuba y todavía se me humedecen los ojos.

―¿Cuál es el mayor reto de un inmigrante?

―Empezar de cero, reinventarse, aceptar que le toca a uno entender su nueva realidad en el país que escogió para vivir y no que los demás te entiendan a ti, que aunque te sientas como víctima (casi todo migrante es víctima de alguna circunstancia que lo obliga a desarraigarse) tienes que pelear como depredador, aprender a convivir con la nostalgia. 

―¿A qué te dedicas actualmente? 

Trabajo como recepcionista en una clínica de una de las compañías más reconocidas de Miami que se dedican a los servicios de salud. Me siento bien ayudando a los demás y es una de las cosas que puedo hacer; me satisface en mi nuevo trabajo. A menos de seis meses de estar ahí ya recibí una pequeña promoción y eso me estimula porque sé que puedo seguir creciendo dentro de la misma compañía, aunque también estoy estudiando para tratar de hacer algo que me permita ser un poco más independiente, manejar mi propio tiempo y tratar de acercarme al teatro que se hace aquí; no pierdo las esperanzas de pisar un escenario nuevamente.

Una película: La que me hubiera gustado hacer: La bella del Alhambra.

―Una canción: ¿Pueden ser dos? El punto cubano, cantado por Celina González, y Mi isla bella, de Orishas.

―Un libro: Cecilia después o ¿por qué la Tierra?, de F. Mond. 

―Una ciudad: Siempre La Habana. 

―Un olor: El del café acabado de colar.

―Un sabor: Chocolate 😁. 

―Una persona: De las más cercanas, no tengo una persona más importante que otra en mi vida, son varias las que significan mucho o todo para mí. Podría mencionarte una personalidad que admiro por su entrega a las mejores causas, sin vanidad y sin egocentrismo: la madre Teresa de Calcuta. 

―Una red social: Una mesa de dominó, una botella de buen vino o Havana Club siete años, ja ja ja.

―Un sueño: En estos momentos volver a actuar.

―Un mensaje a los cubanos que están en la Isla: Muchas gracias por todas las muestras de cariño durante mis más de 20 años de carrera; no puedo imaginar un público mejor.

Hansel Porras García (n. 1994) es un actor, escritor y cineasta queer cubano radicado en Miami. Sus obras exploran la multiculturalidad de la comunidad hispana de Miami, centrándose en la diáspora cubana y examinando temas como la inmigración, la familia y la identidad.
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