Aprender de nuevo

Ilustración: Alen Lauzán

Los cubanos después de pasar por ese experimento que dura más de 60 años tenemos que aprenderlo todo de nuevo. Estamos como recién nacidos: todavía no sabemos gatear, no podemos comer y no vemos bien. 

Nos han inyectado una educación, con mil conceptos e ideas que son completamente mentiras. Nos metieron en la cabeza una manera de comportarnos, que no tiene nada que ver con lo natural y lo normal del tiempo y el espacio en que vive el resto de los humanos.

¿Se acuerdan de la Loba Feroz? Ileana Ros-Lehtinen ¡Esa misma! ¡La que les enseñó las garras a los niños de la Colmenita! Pues hace un par de días estuve hablando con una persona que era cercana a esta mujer. La manera en que mi compañero de charla se refería a ella, con un cariño y un respeto total, me hizo ponerme a pensar en un millón de cosas.

¡La Loba Feroz! ¡Santiago es Santiago! De un lado los terroristas y del otro los guerrilleros de la Sierra. Raúl: manantial entre rocas…

En fin, que me vinieron un millón de frases construidas y palabras manidas que a lo largo de mis 39 años en la Isla me estuvieron embutiendo. Desde niño, desde “Seremos como el Che”, desde Preparación Militar. 

Las viejas fotos que he recuperado de mi infancia me hacen pensar en un saltador. A cada rato alguien me maniobraba desde la sombra y me hacía saltar de una actividad a otra: lo importante era mantenernos entretenidos.

¡El regreso de los restos del Che! ¡Elián! ¡Los Cinco Héroes! Siempre había algo, siempre las guaguas nos recogían ―la merienda cochina― y a caminar por la Plaza o el Malecón bajo el tremendo sol ese. Hacer bulto.

En la cuestión de ser parte del bulto hay una cosa primero: alegrarte porque no hay clases, juguetear con la muchachita que te gusta, escaparte para comprarte un frozen… y así en esa bobería. En el salta. Ríe. Goza. Pasa la vida, te hiciste viejo y nunca te cuestionaste nada. ¿La Loba Feroz? ¿La Loba Feroz? ¿La Loba Feroz?

¿En qué momento aceptamos en nuestra mente que estaba bien asesinar a los soldados del Cuartel Moncada? ¿Por qué eran peores las bombas que ponían los de Miami? ¿Los del Movimiento 26 de Julio no ponían bombas? 

Hace falta distancia y tiempo para llegar a todas estas ideas random. Cuando yo estaba dentro, en el punto cero de la radiación, no pensaba en esto ni tenía tiempo: había que estar pa la lucha diaria. Para otras cosas.

Luego uno sale y ve que en Miami tienen más de 60 años de una historia completamente opuesta a la que nos enseñaron a nosotros: con sus héroes y sus cubanos de bien que amaban a la Isla más de lo que cualquier millenial lo va a hacer.

Y esto es solo en lo político.

Si nos ponemos a pensar en el cubano como ser o ente social que al llegar a un mercado va a chocar con una cantidad de cosas que ni se imaginaba… Esa posibilidad de comprar, de elegir, más allá de tu trabajo o tu edad, siempre fue negada por los gobernantes castristas que, en la televisión, en la radio y en los periódicos solo nos hablaban de lo malo del capitalismo. 

Cuando entré a un mercado mi nivel de civismo se tambaleó: ¿Cómo era posible que la gente se pesara su propia fruta? ¿Nadie robaba?

Aun después persisten las imágenes de las calles sucias y las playas contaminadas en la Isla. La falta de educación que por años se fue perdiendo (y no es culpa del pueblo, es culpa de los que mandan y a lo que nos han llevado). 

Ahora a mis 40 años, me veo empezando a desaprender y descontaminando… Todavía no estoy listo para aprender. Tengo mucho que soltar, que botar, que limpiar. Para cuando esté más o menos listo, ahí empezaré a poder ser “persona”.

Los cubanos son los que mejor bailan. Los cubanos son los mejores en la cama. Los cubanos son los verdaderos solidarios: ¡En el capitalismo te caes en la calle y nadie te recoge! ¡¿Hay algún niño sin escuela?! ¡En pocos años Cuba va a estar exportando carne roja para el mundo! ¡Pronto el vaso de leche no será solo para los niños de siete años!

Aislados del mundo, expuestos a un chorro de mierda de falsa información de día y de noche, obligados a pensar así y no asado “para salvar el proyecto”, los cubanos acabamos viviendo una vida paralela. Una vida paralela que no es mejor a la vida que lleva el resto de ciudadanos del mundo. Una vida paralela que ha estado regida por lo que nos han quitado, cada segundo, desde arriba, nuestros queridos comunistas en el poder.

Poco a poco, segundo a segundo, nos van quitando cosas y más cosas y más cosas…

Y cuando acabamos así, como ahora, desnudos, sin lengua, sin ojos, sin pies y sin brazos… una pequeña idea nos recorre la cabeza: ¡Verdad que nosotros los cubanos sí somos lo máximo! 

Los lagartos tienen la capacidad de adaptarse.

Los lagartos tienen la capacidad de regenerar la cola.

No creo que todo esté perdido. 

Una nueva cola puede salir, más nueva, más verde… pero para eso antes hay que aceptar que la cola vieja no sirve para nada.

 

Las opiniones expresadas en esta columna representan a su autor/a y no necesariamente a YucaByte.

Carlos Lechuga (1983) Director de cine y escritor. Dirigió Vicenta B., Generación, Santa y Andrés y Melaza.Escribió En brazos de la mujer casada y Ballena Tropical, su primera novela que verá la luz este 2023.
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