Payaso desparpajo y su amigo

Desempleado por apoyar al payaso Desparpajo

Es lunes 12 de abril de 2021, y Félix David Rodríguez Estévez, de 22 años, camina rumbo a la oficina del director de la escuela, quien le mandó a llamar. Aunque sabe el motivo de la cita, va confiado. Fernando Dávila, el director, le dijo el miércoles pasado que no debía preocuparse mucho, pues la acusación que los funcionarios municipales levantaron contra él no se sostenía demasiado. Además, le dijo el director aquel día, él es de los mejores Técnicos en Informática con que cuenta el municipio. ¿Por qué habrían de expulsar a un buen trabajador por algo tan absurdo, sin pies ni cabeza?

“Será solo un regaño, una sanción como mucho”, piensa Félix cuando entra a la oficina y ve solo a Fernando, muy serio, quien le pide que se siente.

Fernando, piensa también, se muestra demasiado protocolar. Parece más un funcionario municipal de educación, y no el director afable que el miércoles lo invitó a su casa y, mientras organizaba la compra de los mandados de la bodega, le explicó que no debía preocuparse y prometió que haría todo lo posible por ayudarlo.

Estás expulsado, y no solo de la escuela. Ya no podrás trabajar en ningún otro centro de enseñanza.– dice el director.

Pero Fernando, usted…

Félix, a ti no te aplicaron medidas. Tú eras un contrato a prueba. En todos los laboratorios hay un Reglamento de Seguridad e Informática que como Técnico debes conocer, y donde se explica qué debes hacer y qué no. También sabes lo que es una traza y tú mismo afirmaste que entraste en una página donde se hacen apuestas deportivas, cosa que está prohibida aunque lo hayas hecho sin darte cuenta, como dijiste. Mira, no se te aplicaron medidas porque a los contratos solamente se les cierra el contrato. Si esta no es la respuesta que esperabas… pues no sé, porque es la respuesta verdadera que hay que darte.

Félix no habla. Solo firma el documento que le extiende el director, donde se certifica la expulsión, que es la segunda en la escuela en menos de 15 días. Sin decir nada también se va a casa.

***

Antes de trabajar al Instituto Preuniversitario “Roberto Labrada”, en el municipio Cotorro, Félix había conseguido un título de Técnico en Informática y una carrera como estudiante de contrainteligencia militar que nunca terminó. Por lo demás, su atención se centraba en el deporte, algo a lo que en algún momento soñó con dedicar su vida.

Comenzó a trabajar en el preuniversitario el 9 de noviembre de 2020. Fernando Dávila, el director, le ofreció esa mañana el contrato a firmar y le advirtió que las reglas del laboratorio de computación eran muy claras: “nada de pornografía ni algún otro tipo material obsceno, como tampoco nada que implique apuestas, negocios ni alguna otra actividad lucrativa”. Félix entendió que aquellas normas eran razonables y firmó.

Durante los siguientes meses se esforzó en su trabajo. No solo arreglaba cualquier problema que presentaran las computadoras de la escuela, sino también las de otros centros educacionales del municipio. Solo cuando no estaba trabajando visitaba varios medios deportivos o páginas de estadísticas para ver el avance de algún equipo, o entraba a Youtube para disfrutar de las mejores jugadas de algún futbolista.

La vida laboral en la escuela era bastante tranquila, o al menos así fue hasta el lunes 4 de abril, cuando Manuel de la Cruz, profesor de Preparación Ciudadana para la Defensa, fue apresado por participar en una actividad organizada por Luis Manuel Otero Alcántara en la barriada de San Isidro.

Félix había entablado amistad con Manuel desde antes de coincidir ambos en el preuniversitario. A diferencia de su amigo, nunca le interesó la política ni nada que no fuera el deporte y la informática. Por eso en redes sociales nunca compartió las publicaciones de Manuel contra el régimen, aunque sí reaccionó con likes a algunos de sus poemas. Que su amigo se iniciara como el artista que siempre quiso ser, le llenaba de orgullo.

El 4 de abril, sin embargo, no pudo evitar la indignación ante el arresto arbitrario de Manuel durante varias horas. Fue por eso que, sin pensarlo, escribió en un estado de Whatsapp:

 

Estado de WhatsApp

Estado de WhatsApp de Félix David Rodríguez Estévez

Manuel fue liberado esa misma noche, la cual marcó el inicio de una constante hostilidad por parte de la Seguridad del Estado hacia él. Para Félix, los problemas comenzaron al día siguiente, cuando el director le informó que sabía de su estado de Whatsapp.

Quítate de eso para que no te busques ningún tipo de problema.- le dijo.

***

Tal y como le habían pedido que hiciese, Félix entró el miércoles 7 de abril, exactamente a las 11 am, a las oficinas municipales de educación, donde una funcionaria conocida como Venus le esperaba junto a una burócrata provincial de mayor rango.

Fue Venus quien inició la conversación, anunciando la expulsión de Félix por haber entrado a una página de apuestas deportivas. Como prueba, dijo, tenían una traza.

Félix se sintió algo confundido. Desde sus primeros días de trabajo, siempre en los momentos que tenía libre, había ingresado desde las computadoras de la escuela a revistas y medios deportivos que, además de noticias, contenían enlaces para realizar apuestas. Durante meses nadie nunca le recriminó esto ni salió a la luz traza alguna capaz de incomodar a los funcionarios del municipio.

Escuchen, por favor. Yo no tengo nada que ver con las apuestas deportivas. Lo mío es informarme sobre deporte. Además, ningún cubano puede hacer apuestas deportivas porque exigen cuentas en bancos extranjeros y esas plataformas tienen el acceso restringido para Cuba.- se defendió, ante la expresión impávida de las funcionarias, quienes le pidieron esperar un momento fuera de la oficina para “debatir qué hacer”.

Al volver, Venus le informó que la norma a aplicar en su caso exigía la expulsión del centro, para la cual no contaba con derecho a apelación. Félix aceptó la medida y, antes de marcharse, les rogó que al menos le permitiesen trabajar en otra escuela. Las funcionarias no contestaron.

***

Mira, Félix, el problema es que la provincia fue quien le dijo a Venus que te sacara por lo de traza. Y la traza de algo así lleva la expulsión. Yo no te puedo aplicar solo una sanción, porque cuando tenga que decir por qué lo hice, no voy a mentir. Yo no puedo decir que es porque faltaste al trabajo cuando tú tienes todos los días firmados. Además, si después me sacaran lo de la traza me dirán que no apliqué lo que debía.– dijo Fernando desde la sala de su casa a Félix, quien acababa de salir de las oficinas municipales de educación.

Fernando, yo solo abro cosas para informarme de deportes. Pero como son páginas extranjeras también aparecen cosas de apuestas deportivas. En la traza salió que yo visité esa página, pero no que hice apuestas ni nada. ¡Es que ni siquiera podría hacer esas apuestas!

A Venus le hace falta que de cada escuela se saque un técnico para el municipio. Yo lo que le voy a decir es: “Mira, Venus, no vamos a aplicar nada todavía”. Y le voy a decir también que te ubiquen allí para algo que están haciendo, que ellos hace rato me lo pidieron.

Sí, en el municipio me dijeron que esta semana me necesitaban para arreglar una computadoras por Cuatro Caminos, creo que de un círculo infantil. Y hace unos días me pidieron que arreglara otras en una escuela primaria y que les pusiera internet, y eso hice.

Entonces, mira, desde la escuela voy a llamar a Venus para ver qué otra cosa se te puede hacer ahí.

Las palabras del director le calmaron un poco. Si él lo respaldaba, todavía tenía esperanzas de no perder su trabajo.

Pero ¿sabes dónde se complica la cosa?– dijo de pronto Fernando, y tras una pausa, continuó- Tú sabes, porque fuiste militar, que hay cosas que se pueden hacer y cosas que no. Tú le comentaste una publicación a Manuel.

Yo no comenté…

Tú subiste una publicación que decía “Liberen a Manuel”. Entonces, tu nombre está ya con la Seguridad del Estado también.– interrumpió.

Pero eso fue un estado de Whatsapp. Yo no publiqué en Facebook.

Sí, sí, un estado de Whatsapp, pero el problema es que, desde que la escuela entró en investigación por lo de Manuel todos los números de la escuela… no te digo que estén pinchados, pero todos los estados… Mira, yo supe, pero ni siquiera vi tu estado de Whatsapp. ¿tú viste que yo viera tu estado?

No es eso.

Yo cojo los datos para otras cosas. Yo te digo que de verdad no veo los estados de la gente.

Te voy a decir una cosa, Fernando. Yo conozco a Manuel hace una pila de años. Somos amigos desde hace tiempo, antes de que entrara a la escuela. Yo no publico en Facebook nada que tenga que ver con política. Puedes revisar mi Facebook y todas mis redes sociales para que veas que yo no publico nada de esas cosas. Si Manuel sube un video yo no le comento ni le digo que está bien o mal lo que hizo, porque ese es un problema suyo. Yo vi que lo metieron preso y puse eso en mi estado por una cuestión de amistad. A mí lo que pase con el Gobierno me da igual. Lo mío es el trabajo y punto.– respondió Félix algo agitado.

Fernando, por su parte, mantenía la calma.

Pero tienes que tener cuidado, Félix. Y yo también soy amigo de Manuel desde hace varios años. Manuel estaba en el preuniversitario y yo ya lo conocía.

Pero no entiendo. Porque yo no lo subí a Facebook, solo a Whatsapp, donde solo podían verlo mis contactos.

Pero igual es tremenda candela porque tú sabes bien que en este país nada está oculto y “ellos” tienen todo pinchado. Mira, muchacho, despreocúpate. Tú vas para el municipio y de paso allá tienen al técnico que les hace falta, y ya. ¡Y no subas más estados ni nada de eso! Manuel, al final, va a terminar mal, porque es pareja del Luis Manuel Alcántara ese.

¿Eh?

Sí. Lo sé porque lo vi en Twitter o un lugar de esos, donde uno le decía al otro que lo quería, y había una foto de ellos dos y, además, el fondo no era la casa de Manuel. Fíjate que yo conozco a Manuel desde hace años, de cuando el pre, y él era en ese entonces un muchachito revolucionario. ¿Y ahora por qué está así? Pues porque está con Luis Manuel Alcántara.

No sé, a lo mejor usted tiene razón y deba alejarme de todo eso…

Sí. Mira, te voy a confesar algo. Yo copio todos los estados de Whatsapp, porque cada vez que viene gente del DTI me piden los estados de mi celular, y a eso hora yo no me puedo poner a decir: “No, yo no los tengo”. Pero bueno, olvida eso y mañana ve a trabajar a la escuela como si nada, que yo hablaré con Venus.

A la mañana siguiente, Manuel de la Cruz fue expulsado de su centro laboral. En la reunión donde se decretó la expulsión, el propio director reconoció ante él que la causa del despido fue “su manera de pensar”. También confesó que aquella salida era inevitable dada las presiones de la Seguridad del Estado.

Cuatro días después llegó el turno de Félix.

***

Es domingo 18 de abril y una citación policial le advierte a Félix que ya no está al margen, que, en verdad, nadie lo está, porque el radio de acción de la Seguridad del Estado es tan amplio como sus miedos. Todos son sospechosos. Todos son, en principio, culpables de algo, incluso él, aunque fuese por solo haber pedido la liberación de un amigo. 

Citaciín policial

Citación policial a Félix David Rodríguez Estévez

El papel con la citación indica que esta comienza a la 1:30 pm, pero Félix, puntual hasta para estas cosas, llega 15 minutos antes a la unidad de policía del Cotorro. Le habían dicho que se trataba de una entrevista, pero cuando un oficial le retira el carné de identidad y le ordena no moverse, siente que aquello parece más el trato protocolar que deben darle a los presos comunes, a los delincuentes. 

Durante las dos horas que pasa en la estación nadie se atreve a decirle qué harán con él.

Es solo que un oficial de la CI (Contrainteligencia) quiere hablar contigo.- explica, al fin, uno de los policías que le recibe.

Félix pasa casi todo el tiempo en silencio, viendo entrar y salir gente. Nadie repara en él hasta poco más de una hora y media después, cuando un policía le ordena ir hacia el calabozo. La escena es kafkiana, sobre todo cuando quien le dejan solo entre las celdas, sin dar explicaciones, durante unos diez minutos.

Entregue su teléfono– es lo siguiente que escucha, pero Félix no lo ha traído.

No lo traje. Porque sé que si lo hubiese traído, ustedes me lo quitarían y harían con él lo que les diera la gana.

El oficial no está contento con la respuesta. Para cerciorarse le revisa el pequeño bolso donde Félix trajo su carné de identidad y el papel de la citación, luego palpa su pullover y después el short que traía puesto, sobre todo en los bolsillos. Decepcionado, el oficial le devuelve el carné de identidad y le ordena que espere, que necesita “hablar con alguien”. 

Aquel hombre no tarda mucho en regresar y decirle que puede esperar en el parque que está cerca de la estación o irse.

Bueno, dadas las circunstancias, la falta de respeto que se ha cometido y la informalidad de ustedes, yo me iré a mi casa. Yo no tengo por qué esperar por nadie. Ustedes saben dónde vivo, así que… tenga un buen día.– se despide Félix.

Ya en su casa, piensa que es muy probable que esta solo sea la primera de varias citaciones. Cree, además, que en muy poco tiempo las injusticias se han precipitado sobre él, como una arrolladora bola de nieve. Hace apenas dos semanas era un trabajador ejemplar, de esos que nunca faltan ni llegan tarde y aceptan sin chistar hacer más trabajo del que le corresponde. Ahora, en cambio, es “un desempleado”.

Y necesito buscar otro trabajo para mantener a mi madre y mantenerme yo. Con esto de la expulsión solo me han obligado a estar inventando un kilo por aquí y otro por allá, cuando lo que necesito es una plaza fija. Yo solo exijo recuperar mi trabajo.– se lamenta.

Al punto al que han llegado las cosas, sabe que es casi imposible que recupere su plaza laboral. Aún así, dice, conserva algo de esperanza. Muchas veces también se sorprende pensando en las tajantes palabras del director cuando decretó oficialmente la expulsión, y también en esas otras que, en confianza, le revelaron la verdad de aquella injusta conjura que todavía se cierne sobre él. 

Al final– dice-, está claro que fui expulsado por defender a un amigo.

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