Antúnez: “Satisfecho de que la dictadura me haya dedicado tanto tiempo”

Ilustración: Julio Llópiz-Casal

Dentro de la llamada oposición “tradicional” cubana, no caben dudas de que el villaclareño Jorge Luis García Pérez, conocido como Antúnez, es una de las figuras más reconocidas. Además de ser hostigado en múltiples ocasiones por la Seguridad del Estado cubana e integrar el Frente de Resistencia Cívica “Orlando Zapata Tamayo”, el opositor sufrió casi dos décadas de prisión en las cárceles del régimen, lo cual narró en su libro Crónicas desde el presidio (Rodes Printing, 2017).

Otro de los flancos de ataque de la policía política hacia Antúnez, según defiende él mismo, se desarrolla en el campo de las telecomunicaciones. Se trata, principalmente, de hackeos a sus cuentas en redes sociales. El opositor denunció estos hechos con cierta asiduidad en 2018, cuando en dos ocasiones lograron intervenir sus cuentas de Facebook y Twitter. Para entonces, el Gobierno cubano estaba próximo a autorizar el uso de internet por datos móviles entre la población de la Isla.

Sobre aquellos ataques cibernéticos y otros que sufren periodistas independientes y activistas desde hace varios años, YucaByte conversó con Antúnez.

Antúnez. En 2018, varios medios de Cuba y el exilio informaron de que sus cuentas en redes sociales fueron hackeadas. Usted mismo señaló al régimen cubano como culpable de dichos hackeos, que se hicieron con la clara intención de afectarle de cara a la opinión pública. Desde las cuentas hackeadas se atacó a Arianna López Roque, esposa del preso político Misael Díaz Paseiro y también se habló de un falso accidente automovilístico que lo vinculaba a usted. Este, digamos, es el contexto de esta situación, pero nos gustaría que nos hablara al respecto.

Fue así. El 20 de septiembre de 2018 yo tenía una cuenta en Twitter con bastantes seguidores. De la noche a la mañana encuentro que fue hackeada por la dictadura. Le asociaron otro número de teléfono, otro correo electrónico. Yo jamás pude volver a acceder a ella. Esto fue denunciado por diferentes organismos en Estados Unidos, pero nunca pudo resolverse.

También lo hicieron con su cuenta en Facebook, ¿no?

Sí. En esa fecha también me hackearon mi cuenta de Facebook, que se llamaba “Antúnez_Resistencia”. Esa tampoco pude recuperarla. La hackearon no solo para usurpar mi identidad, sino para desinformar, difamar y crear divisiones entre los opositores. Es lamentable que muchas veces la gente cae en la trampa. Quienes realizan estos hackeos también publican información verídica, pero lo hacen para ganar la confianza de otros usuarios y luego venderle falsedades como verdades. Yo me he cansado de denuncia esta situación, y a veces da pena que, viviendo en los Estados Unidos, sigamos en ese estado de indefensión.

El hackeo a las cuentas en redes sociales de los opositores se ha convertido en una práctica constante y cotidiana de los órganos represivos cubanos. Y tenemos un gran estado de indefensión, pues no contamos con ningún tipo de apoyo de ninguna parte del mundo que pueda solucionarnos de este problema.

¿Además de los hackeos, ha sufrido usted o conoce a opositores que hayan sufrido otro tipo de ciberataques?

Ahora el régimen usa el método de crear cuentas falsas, de tomar tu identidad, con tu foto, tus datos y luego te denuncia a Facebook diciendo que tu cuenta real es la de un usurpador. Facebook, que creo que tiene cierta complicidad con el régimen totalitario cubano, hace caso omiso a mis denuncias y acepta las falsas.

O sea, que usted cree que el régimen destina mucho tiempo y recursos a estos ataques porque considera importante el difamar a los opositores.

Claro que lo creo. La difamación por estas vías ha sido un arma efectiva de la dictadura, pues divide. El régimen, impotente ante la fuerza y la moral que caracterizan a muchos opositores dentro y fuera de Cuba, recurre a la calumnia para lograr una confrontación entre nosotros. Afortunadamente, son métodos gastados, pues la gente que piensa ya los conoce y sabe que no somos como dice el régimen: gusanos, mercenarios, delincuentes comunes. Al final, intentando desacreditar, se desacreditan ellos mismos.

Pero si tanto se esfuerzan en ello, en algo les debe funcionar ¿No cree?

Funcionaba antes. Pero ya pasaron los tiempos en que el movimiento opositor era incipiente e inexperto, en que muchos caían en la trampa de creer esas calumnias y se enfrentaban unos contra otros. El régimen siempre buscó que ese enfrentamiento se diese entre las fuerzas de la oposición dentro de Cuba y los que están en el exilio. Trataron de azuzar disputas por diferencias generacionales, criterios encontrados en cuanto a prácticas de lucha, sin embargo, esas diferencias no existen ya. Ahora, por ejemplo, gente que en el exilio siempre optó por la lucha armada brinda su apoyo consciente, real y solidario a quienes luchan desde la resistencia pacífica.

De cualquier forma, continúan los ciberataques. Por eso sería bueno que explicase qué cree que debe hacerse para enfrentarlos.

Ante la incapacidad de los gobiernos democráticos en lograr evitar estos ataques cibernéticos realizados por el régimen cubano, creo que lo que podemos hacer es aumentar nuestra presencia en las redes y, sobre todo, no desgastarnos en desmentir y aclarar estas situaciones. No podemos pensar en eso, sino en estrategias para denunciar al régimen y ayudar a los presos políticos. Lo que digan de nosotros no puede importarnos tanto, porque ya casi nadie cree en esas calumnias.

Al principio, yo me molestaba con esas cosas, pero aprendía a obviarlo. Ahora, cuando alguien me avisa de que suplantaron mi identidad, yo les digo que ni me digan más. “Ojos que no ven, corazón que no siente”, dice el dicho, y no podemos desgastarnos en ver qué dicen de mí o de aquel o de quien sea. De hecho, en ocasiones me siento satisfecho de que la dictadura me haya dedicado tanto tiempo, que secuestre mi Twitter, que me calumnie, a veces con obscenidades. Eso es señal de que lo que hago les molesta, aún desde el exilio.

¿Qué importancia política le concede Antúnez a la llegada de internet a Cuba?

Para mí el internet ha jugado un rol muy importante en el despertar de la sociedad civil cubana porque, precisamente, uno de los logros de la dictadura, una de sus armas políticas, ha sido la censura y la desinformación. En los años 90 y a inicio de los 2000, cuando hacíamos oposición pública en Cuba, muchas de nuestras denuncias no tenían manera de ser probadas porque carecíamos de la inmediatez y divulgación que dan las redes sociales.  La dictadura cometía sus crímenes con total impunidad, como ahora, pero entonces lo hacía a sabiendas de que no todos se enterarían.

Un ejemplo fehaciente de la fuerza de internet está en la llamada “Primavera Árabe”, pero en el caso de Cuba podemos verla en la inmediatez y la simultaneidad y consecuencia que fueron tomando las protestas del 11 de julio. Muchas de las cosas que antes pasaban al doblar de la esquina de nuestras casas y de las que casi nadie se enteraba, ahora se divulgan con facilidad por todo el país. Además, el internet ha permitido un mayor contacto de los residentes en la Isla con sus compatriotas del exilio, y una mayor participación dentro de Cuba en eventos y reuniones con miembros de la sociedad civil de otros países. Todo eso ha potenciado que el pueblo tenga mayor información y mayor conciencia política.

Pese a esto, quiero destacar que estoy en contra de sobredimensionar la importancia de internet por sobre otras cosas que necesita el pueblo de Cuba. Ya hablé de su relevancia, pero eso no es lo que necesita el pueblo de Cuba. Muchos políticos estadounidenses se han pronunciado sobre la necesidad de darle internet a los cubanos, como si el 11J el pueblo se hubiese lanzado a las calles a pedir internet. O sea, que el internet es importante, pero más importante es la libertad.

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