Far Cry 6

Far Cry 6: el videojuego que incomoda al Partido Comunista de Cuba

Ilustración: Alejandro Cañer

Hace algunos años, la prensa oficial cubana arremetió nada más y nada menos que contra un videojuego. Se trataba de Call of Duty: Black Ops, especialmente de una controvertida misión en la que el jugador/protagonista debía asesinar a Fidel Castro para, una vez logrado, darse cuenta de que solo ha matado a un doble. Recientemente, Granma ha vuelto a la carga contra esta multimillonaria industria lúdica, esta vez con menos razones. El blanco de sus críticas ha sido el videojuego de 2021 Far Cry 6, creado por la mega empresa Ubisoft (Toronto, Canadá).

El texto del órgano oficial del Partido Comunista de Cuba es firmado por el ex funcionario del Ministerio de Comunicaciones (MINCOM), Carlos del Porto Blanco, quien afirma que detrás de la sexta entrega de la saga Far Cry está la mano de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense. Del Porto asegura, además, que el videojuego forma parte de “la guerra de cuarta generación” aplicada a la Revolución cubana y, en un arranque de nacionalismo, dice que “pretende lograr con bits lo que no pudieron [los Estados Unidos] con aviones B-26 y tanques Sherman en las arenas de Playa Girón”.

Sin embargo, el autor del texto olvida un pequeño detalle: los héroes del juego no son marines estadounidenses [que tampoco desembarcaron en Bahía de Cochinos], sino un pueblo que se organiza para derrocar a un megalómano dictador que viola sus libertades políticas y derechos humanos.

Mientras Granma ataca las supuestas intenciones del videojuego, alegando que manipula el subconsciente de los niños (el juego es de clasificación +17 años) por subvertir la idea de “quiénes son los malos y quiénes son los buenos”, Juventud Rebelde abordó el tema, el pasado 6 de noviembre, desde una postura no tan agresiva.

El artículo del órgano oficial de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) llega a alabar la jugabilidad y el contenido gráfico y artístico de este videojuego de mundo abierto. Algo más medido en su análisis que Granma, Juventud Rebelde advierte que detrás de la recreación de Cuba que hace Far Cry 6 no está la mano de la CIA, sino la imagen de la Revolución cubana en varios medios de prensa estadounidense.

Finalmente, el artículo esquiva la posibilidad de la censura y, en su lugar, propone que en Cuba se desarrolle una industria del videojuego que sirva a los intereses políticos e ideológicos del sistema cubano. “Far Cry 6 me ha hecho surgir nuevamente una inquietud que tengo desde hace años: ¿cuándo contaremos historias a nuestra manera o construiremos videojuegos a partir de nuestros valores?”, se pregunta al autor del texto.

Yara, una Cuba en el ciberespacio

La trama del videojuego es rica y compleja, pero pudiera resumirse de la siguiente manera:

En una isla del Caribe llamada Yara, gobierna con mano de hierro el despótico dictador Antón Castillo, quien está convencido de que solo él puede proteger a su país y llevarlo al desarrollo. Castillo es un megalómano que promueve el culto a la personalidad y busca ubicar a sus familiares en los altos mandos militares de Yara. Para sostenerse en el poder y llevar a cabo sus grandes planes que beneficiarán al pueblo, ha eliminado toda clase de libertades políticas y no le tiembla la mano para usar la violencia extrema contra cualquier tipo de manifestación en su contra. Además, es un hombre en extremo conservador que, entre otras cosas, se niega a reconocer los derechos de la comunidad LGBT+. La máxima del dictador es que el orden social justifica la falta de libertades. La oposición de Castillo termina por organizarse como guerrilla en las montañas de Yara. Los guerrilleros (la protagonista pertenece a este grupo), entonces, tendrán que ingeniárselas para llevarse la victoria en pequeñas escaramuzas militares, casi sin armas convencionales. Mientras tanto, en la capital, Castillo reprime a manifestantes, argumentando que solo sus seguidores son “verdaderos yaranos”.

Las similitudes con Cuba saltan a la vista al jugador, desde la arquitectura de la capital de Yara, Esperanza, que es muy similar a La Habana, hasta expresiones de los personajes y viejos Chevrolets circulando por las calles. Además, una de las características del juego es el “resolver”, una modalidad de armas que usan los guerrilleros sin recursos, la cual consiste en hacer máquinas de guerra de destartalados autos y mortíferas armas con chatarra.

Navid Khavari, director narrativo de Far Cry 6, ha negado en varias ocasiones que el videojuego contenga una intención política aunque sí reconoció que tiene “de política”. Khavari, cuya familia se vio obligada a emigrar a Canadá tras el triunfo de la Revolución iraní, decidió estudiar para esta entrega de la saga a varias guerrillas que han existido a lo largo de la historia en todo el mundo. Cuba, por supuesto, debió llamarle la atención.

Ni tan Castro ni tan cubano

La historia de Far Cry 6 está inspirada, en buena medida, en Cuba, sin embargo, no en la “Cuba revolucionaria”. Aunque la trama se desarrolle en una época relativamente actual -lo cual brinda mayores posibilidades de jugar con la apariencia de los personajes y la estructura de las armas y los autos-, Ubisoft pensó más en el contexto histórico de la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista. Mientras se desarrollaba el videojuego, Benjamin Hall, director de diseño, y su equipo visitaron la Isla para grabar el sonido de ambiente que luego utilizarían y para, según declaró  al medio Clarín, para entrevistarse con cubanos que le explicaran de la historia de las guerrillas rebeldes en la década de 1950.

Quizás la cuestión más polémica del juego son las similitudes que muchos han visto entre Antón Castillo y Fidel Castro. Algo de razón tienen quienes creen que Castro inspiró al despótico Castillo, pues el actor que da vida al tirano, Giancarlo Espósito, declaró que estudió al líder cubano para interpretar su papel. Sin embargo, Espósito (reconocido por sus personajes en las series Breaking Bad, Better Call Saul y The Mandalorian), reconoció en la última edición del Summer Game Festival que también estudió a otros líderes totalitarios, como Adolf Hitler y Nicolae Ceaușescu, para enriquecer la psicología compleja de Castillo.

Más allá de los modelos que inspiraron la interpretación de Espósito, la realidad es que las dictaduras han sido una constante en la historia de Latinoamérica y el Caribe, y que Antón Castillo comparte más características con otros dictadores caribeños que con Fidel Castro. En primer lugar, el tirano es negro, y Cuba no ha tenido nunca un presidente/dictador negro, excepto por Fulgencio Batista, que en su época era llamado “mulato”. A Batista lo derrotaron una guerrilla y grupos clandestinos armados, no así a Fidel Castro.

Sin embargo, si con una figura histórica comparte rasgos el villano de Far Cry 6 es con el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo. La vestimenta, la megalomanía llevada al extremo de nombrar calles y regiones con su nombre, y una complicada y pública relación familiar, hacen que Castillo parezca mucho más cercano a Trujillo.

Pese a todo esto, Granma siente que Far Cry 6 es una crítica directa al régimen cubano a pocos días de la Marcha Cívica por el Cambio, y alega que unos desarrolladores canadienses de videojuegos, que han usado de escenarios de sus productos anteriores a Estados Unidos, el Himalaya y hasta la Tierra en el período paleolítico, trabajan ahora mano a mano con la CIA. Para reafirmar su teoría conspirativa, el órgano oficial del PCC echa mano a un viejo dicho que dicta: “Verde con puntas: guanábana”, aunque bien le valdría recordar ese otro que dice:

“El que no la debe, no la teme”.

Contralmirante de un bote solitario que teme a los aviones, periodista accidentado, fumador de cuanto combustione, bebedor de mercurio, enamorado de los mitos y de todo aquello que termine en un “Basado en hechos reales”.
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