Reynier Morales: “Lo que menos extraño de Cuba es la sensación de limbo”

Ilustración: Alejandro Cañer

A finales de 2023, la Televisión Cubana (TVC) transmitió el último episodio de la telenovela El derecho de soñar, dirigida por Ernesto Fiallo y Alberto Luberta Martínez, cuyo argumento es un homenaje a la historia de la radiofonía en Cuba. En esta propuesta televisiva de 60 capítulos, Reynier Morales interpretaba a Mayito, un ser humano encantador con una sensibilidad humana increíble, y que se distancia un poco de los otros personajes que ha interpretado el actor a su paso por la TVC. Sin embargo, su maestría para darle vida a este personaje hizo que se colara en el corazón de los cubanos que disfrutaron de la telenovela. 

Reynier también participó en la telenovela La sal del paraíso, en la primera temporada de Lucha contra bandidos: La otra guerra, y en una de las historias de la teleserie Rompiendo el silencio. Ha formado parte de diversos colectivos teatrales como Mefisto Teatro, Estudio Teatral Vivarta y Perséfone Teatro, y ha hecho mucho teatro musical. No obstante, su participación en el musical Rent, de Jonathan Larson, en su montaje en La Habana, continúa siendo una de las experiencias más especiales de su vida, no tan solo por lo que significó para él como actor, sino además por la importancia del fenómeno, ya que este fue el primer musical de Broadway montado en Cuba después de 50 años. 

Actualmente Reynier se encuentra en Brasil, a donde emigró hace algunos meses para interpretar el personaje principal de la película O deserto de Akin, que narra la historia de un médico cubano procedente de Namibe, que viaja a Brasil como parte del programa Mais Médicos y se enamora, justo en el momento en que el entonces presidente Jair Bolsonaro cierra el plan de negociación con Cuba. 

―¿Quién es Reynier Morales?

―Reynier Morales es un filántropo. Por encima de cualquier carrera, o de cualquier gusto, siempre pongo por encima la filantropía y las relaciones personales. Yo nunca estudié eso. Yo me di cuenta desde muy niño, pero no sabía que era algo que se podía estudiar. Además de eso, desde pequeño fui una persona muy sensible para las artes. Soy procedente de una familia de músicos. Mi padre fue uno de los cantantes del Buena Vista Social Club; todas mis hermanas paternas que también son cantoras. Mi madre también tenía muchas aptitudes para la actuación, la música y la pintura. Yo estuve inmerso en todo ese mundo, y eso soy hasta hoy día. Sin embargo, nunca prentedí convertirme en un profesional de las artes ni nada por el estilo. 

―¿Cuándo decidiste que querías dedicarte a la actuación? 

―Cuando tenía 21 años, en algún grupo de teatro de aficionados en La Habana. Anteriormente, cuando era niño, había hecho teatro en la escuela primaria Felipe Poey, donde estudié. Pero la decisión vino cuando tenía 21 años, que pensé que la actuación podía ser para mí como una terapia. 

―¿Cómo llegaste a la novela cubana El derecho de soñar?

―Yo había trabajado antes con [Alberto] Luberta en Lucha contra bandidos. Y luego, él me llamó para un personaje en otra novela que dirigió con Loisis Inclán y yo no pude estar por cuestiones personales. Después me llamó para esta y acepté, porque primero que todo Luberta es un amigo. En verdad acepté más que todo porque sentí que tuve una conexión con él y que podía volver a conectar con él en el set de filmación. En realidad no me interesa permitirme trabajar con directores con los que no conecto. Para mí, trabajar como actor es un poco complejo porque no me gustan y no conecto con la gran mayoría de los directores en Cuba.

―¿Cómo es la experiencia de hacer televisión en Cuba en estos tiempos? 

―El trabajo con la Televisión Cubana es horrible. No estoy muy interesado en dar detalles, pero ya la palabra horrible es suficiente. Siempre te vas a encontrar profesionales que trabajan bien, que dan todo por ayudarte, que están ahí colaborando contigo. Gente linda, chévere, muy capaz y capacitada. Pero también te vas a encontrar trabajando en condiciones precarias, cosa que todos sabemos. Maltratos innecesarios, discriminaciones… Y otras cuestiones más que realmente no estoy interesado en recordar. 

―¿Qué te motivó a salir de Cuba? 

―Salí de Cuba para hacer cine independiente, para protagonizar una película brasileña, con un reparto de lujo, actores famosos de aquí [Brasil], y yo como protagonista, así que ha sido un gran reto. Actualmente estamos en proceso de edición, y estoy inmerso en ese trabajo. También salí por otros proyectos más que tengo en mente. 

―¿Qué es lo que más extrañas de Cuba?

―Lo que más extraño de Cuba es a mi familia: a mi mamá. Algunos amigos que quedan en Cuba, otros que ya no están en Cuba hace mucho tiempo y que, aunque no estén allá, forman parte de esas cosas que más extraño de Cuba. 

Otra de las cosas que más extraño de Cuba son unos eventos underground de techno a los que yo siempre iba. En algún momento incluso trabajé en varios de ellos, como por ejemplo Vórtice, que soy megafan. Estuve en todas las presentaciones de Vórtice desde el inicio de ellos hasta que vine a Brasil. Y en las de otro proyecto que se llama Touch me, que adoro también. Creo que es lo único en el escenario del entretenimiento en Cuba que me hacía despejar dentro de la Isla porque no soy un consumidor de otros estilos u otro tipo de diversiones. 

―¿Y lo que menos extrañas? 

―Lo que menos extraño es la sensación de limbo y esas pocas opciones de perspectiva que se generan en Cuba. 

―¿Cuál es la mayor lección que has aprendido como inmigrante? 

―Me llevo la lección de que hay que correr por los sueños de uno, por lo que uno desea, contra viento y marea, contra familia, contra amigos, contra todos. 

―¿A qué te dedicas actualmente? 

―A varias cosas. Estoy junto a un grupo de realizadores, escribiendo varios proyectos de cortometrajes y largometrajes. Estoy mezclando música, mucha música techno. Estoy aprendiendo a mezclar otras músicas como worldmusic, metaworld… y otras. Estoy estudiando, fortaleciendo, entrenando, estudiando varios idiomas. Estoy en un momento de crecimiento, de mucho estudio, de mucha meditación, de mucha concentración y de mucha supervivencia. Es algo que está implícito en todas partes con sus características puntuales dependiendo del proceso, y así voy, dedicándome. 

Una película: Holy Motors, de Leos Carax.

Una canción: Danger Owls, de Peisy Mode.

Un libro: Hijo de Satanás, de Charles Bukowski.

Una ciudad: Es un pueblo: San Antonio de los Baños. 

Un olor: Olor a monte. 

Un sabor: Sabor de ceviche con wasabi.

Una persona: Mi madre. 

Una red social: Spotify.

Un sueño: Conocer varias comunidades indígenas. 

Un mensaje a los cubanos de la Isla: Que luchen por sueños que puedan ser posibles, no cosas que están por encima de las manos de nosotros. Que luchen por lo posible. Que se creen un esquema, una estructura, una meta, y a por eso. Ese es el mensaje más coloquial que puedo ofrecerle a los cubanos.

Hansel Porras García (n. 1994) es un actor, escritor y cineasta queer cubano radicado en Miami. Sus obras exploran la multiculturalidad de la comunidad hispana de Miami, centrándose en la diáspora cubana y examinando temas como la inmigración, la familia y la identidad.
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