Claudia Álvarez: Yo no entiendo de política, pero entiendo de la gente y sus emociones

A Claudia Álvarez primero la conocí como Paula, el nombre de su personaje en la telenovela Aquí estamos, que transmitió la Televisión Cubana en 2010, cuando yo llevaba apenas unos meses en la Escuela Nacional de Arte (ENA). 

Recuerdo aquellas noches en la beca. Movíamos los asientos de mimbre del lobby un poco más cerca del pequeño televisor para ver mejor aquella telenovela que contaba la historia de 11 jóvenes que coincidían en un grupo de teatro de artistas aficionados en La Habana. Cualquiera de nosotros podría haber sido uno de aquellos personajes.

Claudia se graduó ese mismo año con Carlos Díaz en el grupo de teatro El Público, con la obra Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare, donde interpretaba a Fondón, el tejedor. Era la primera vez que la veía en teatro, y me impactó. Estaba irreconocible, no solo por el trabajo de maquillaje, sino por su interpretación y su vis cómica. 

En 2014, el mismo año en que yo venía a vivir a Estados Unidos, Arturo Sotto estrenó su película Boccaccerías habaneras, donde Claudia interpretaba a La Novia, uno de los personajes principales. Yo había esperado ese estreno por muchos años. Fui a verla al cine Praga de Pinar del Río, con mi madre. Por aquellos tiempos, ir al cine con mi familia se volvió un acto sagrado y feliz, como una especie de despedida gradual. En medio de su tristeza por la despedida inminente, mi madre sucumbió a la maestría del humor de Sotto y de su película. Desde entonces mi memoria relaciona a Claudia con ese pequeño momento especial. 

Con el paso de los años, Claudia ha seguido haciendo teatro, cine y televisión. Cada vez que tengo la oportunidad de cruzarme con ella, me sigue sorprendiendo esa manera tan  serena y particular de enfrentar un personaje. Es como si su piel joven le perteneciera a un alma muy vieja que ha vivido mucho. Cuando leo sus respuestas a mis preguntas, entiendo un poco más esa sabiduría que le presta a los personajes que interpreta. 

―¿Quién es Claudia Álvarez?

―La primera pregunta es justamente la más difícil. Te la voy a responder de última.

―¿Cuál es el recuerdo más bonito de tu infancia? 

―La cama del cuarto de mi padres era mi lugar favorito del mundo entero, cabían seis personas y la hizo mi papá antes de yo nacer porque le gustaba la idea de una cama gigante donde dormir todos juntos. Para mí era una isla rodeada de mar donde jugaba con mis amigos del barrio a los náufragos, un lugar donde mi hermano mayor era el malvado enemigo que me ganaba siempre en las peleas de almohadas y donde mi mamá me ponía el uniforme todas las mañanas acostada para dejarme dormir un poquito más. En esa cama pude dormir abrazada a mis padres siempre que quise, incluso de grande. Cuando tenga hijos lo primero será tener una cama-isla como la de mis papás.

―Claudia, yo recuerdo mucho tu personaje de La Novia en Boccaccerias habaneras, de Arturo Sotto. Después has continuado teniendo experiencias muy interesantes en el cine cubano. ¿Cómo es hacer cine en Cuba en estos tiempos? 

―En este punto de mi vida te respondo desde la melancolía y por eso te aseguro que mi respuesta no va a ser todo lo pragmática y realista que debería. Es innegable que el cine cubano hecho en Cuba está penando como lo hacen muchos otros sectores de la creación en nuestro país, pero sinceramente yo lo recuerdo con mucha nostalgia y siempre con admiración por ese ambiente creativo, por la gente que cree de verdad en lo que está haciendo y que pelea por llevar a buen puerto su arte, su mensaje y su lucha personal. Ahora mismo, solo recuerdo la pasión y la ilusión de poder estar cambiando algo desde tu propio frente, la atmósfera del set de rodaje, mirar a otro actor a los ojos, escuchar una voz que dice “¡Rueda cámara! ¡Rueda sonido! ¡Acción!” y sentir súbitamente que nada en el mundo importa más en ese momento que estar ahí.

―También has hecho mucha televisión. Yo te conocí cuando la telenovela Aquí estamos. Desde entonces vinieron muchas novelas, series y unitarios más. Mi hermana te recuerda particularmente por tu personaje en la serie Zoológico, de Richard Abella. ¿Cómo llegaste a la serie? 

―En ese momento yo estaba pasando por una buena racha de trabajo (como también tuve muchas malas 😂). Estaba rodando en paralelo dos telenovelas y coincidí con Richard en el [edificio] Focsa un día y me comentó de la serie y del personaje de Diana. Recuerdo que cuando hablamos me alegró muchísimo porque la serie la habían escrito Amilcar Salatti y Yoel Infante, dos artistas a los que admiro enormemente y que tengo la suerte de tener como amigos. Sabía que era una historia bien escrita, con mucho ángel y resultó que sí, el público la disfrutó muchísimo y agradezco mucho haber podido ser parte de un proyecto tan bonito.

―A través de las redes sociales supimos que la Televisión Cubana había censurado la serie. ¿Cómo viviste esta experiencia de censura?

―La noticia de que Zoológico no saldría me sorprendió, sobre todo por el tiempo, la energía y los recursos que se habían dedicado a la serie. Realmente no veía en qué podía afectar negativamente a la sociedad la historia, pero desde un principio pensé que terminarían poniéndola más tarde o más temprano.

―Sin embargo, Zoológico logró llegar al público cubano a través del paquete semanal. ¿Cómo fue esa experiencia para ti? 

―El universo obra de maneras misteriosas y en este caso Zoológico recibió la justicia en manos del paquete semanal 😂. Era muy simpático, porque la gente en la calle me paraba diciéndome que estaban viéndola y que les gustaba muchísimo. Creo que ese fue el empujón definitivo para que la pusieran en la televisión y todo el público cubano la pudiera disfrutar más allá del paquete.

―Entre lo más reciente que hiciste en el teatro está la obra Hembra, de Yunior García. ¿De qué va la obra?

Hembra es la historia de tres mujeres muy distintas atrapadas en una casa medio inundada mientras pasa un huracán. Un pretexto escénico para que tres amigas actrices pudiéramos hablar de lo que sentíamos siendo mujeres jóvenes en una Cuba a la que se le avecinaba un huracán social que no podríamos haber imaginado en ese momento.

―Estuvieron en función incluso el 27 de noviembre de 2020. ¿Cómo viviste ese día?

―Esa mañana yo tenía un rodaje y luego daba clases en la ENA. Recuerdo que mis amigos estaban ya en el Ministerio de Cultura cuando yo me estaba moviendo de un lado al otro. Tenía mis dudas (sobre todo miedos) sobre lo que estaban haciendo, pero ellos estaban allí, así que cuando salí de la ENA les llevé agua y café. De ahí nos fuimos al teatro con Dayana [Prieto], la esposa de Yunior, y él se quedó en el Ministerio. Fue una de las funciones más emotivas que tuvimos de Hembra: se mezclaban muchos sentimientos, miedo, romanticismo. Los textos se ajustaban a lo que estaba pasando y eso nos iba sorprendiendo y emocionando durante toda la obra. Al terminar nos enteramos de que más gente se había unido y volvimos para allá. Esa noche tuvo de todo: el bullicio de las canciones que cantábamos para silenciar el miedo, sentados en la calle sin entender muy bien lo que estaba pasando; luego el apagón en medio de la noche cerrada y la sospecha de que algo malo estaba por venir en cualquier momento. Yo solo pensaba en mis padres, en cómo se habrían sentido si hubieran sabido que estaba ahí. Recuerdo sentir mucha admiración por mis amigos, los que habían empezado eso y creían en lo que estaban haciendo, por Fernando Pérez, que llegó a apoyar sin que nadie se lo pidiera. Yo no entiendo de política, no entiendo del impacto real que tuvo esa noche, ni si fue bueno o malo lo que se hizo allí, pero entiendo mucho de la gente y sus emociones, lo que las mueve de verdad, lo que las une, entiendo a mis amigos y a la personas que creen tanto en una idea que les termina dando fuerzas para hacer algo que desde fuera parece una locura: la locura de la juventud. Eso pensaba yo esa noche y terminé arrastrada en esa tormenta de emociones. Estuve allí por mis amigas, por fidelidad, no por valentía, no por buscar el cambio; quizás soy demasiado cobarde para querer cambiar cosas, quizás irse no era la solución. Cuba nos necesita y al menos yo solo pienso en ella para recordar el Malecón, las tardes con mis amigos y mis padres; nunca busco una solución porque me duele no tenerla y el resultado de eso es más distancia y más olvido.

―Actualmente vives en España. ¿Qué te motivó a salir de Cuba?

―Tristemente todo cambió mucho, nos fuimos desgastando demasiado a nivel social y eso era lo que más me afectaba: el maltrato en cualquier lugar al que fuera, el machismo en las calles, la falta de protección a colectivos minoritarios, la falta de empatía a nivel social y, sobre todo, no disponer de mecanismos reales como ciudadana para cambiar esas cosas que me molestaban.

―¿Qué es lo que más extrañas de Cuba? 

―Mi familia, mis amigos y mi profesión. 

―¿Qué no extrañas de Cuba? 

―Salir a la calle y escuchar groserías disfrazadas de piropos en cada esquina.

―¿Cómo te relacionas con las redes sociales? 

―Creo que tengo la misma relación que tenemos la mayoría. Son plataformas para mostrar tu trabajo al mundo, quién eres. Muchas veces quisiera compartir contenido que pudiera ser útil para quien lo vea, pero hasta ahora no me ha caído la ficha de qué podría hacer. Cuando lo encuentre, sé que tendré una relación más sana con las redes.

―Las preguntas personales de Hansel:

Una película: Cinema Paradiso.

Una canción: Arrecife, de Vanito Brown.

Un libro: La isla en peso, de Virgilio Piñera.

Una ciudad: La Habana.

Un olor: El olor a mar.

Un sabor: Chocolate.

Una persona: Mis padres.

Una red social: Instagram.

Un sueño: Poder estar cerca de la gente que quiero otra vez y actuar mucho, todos los días, crear.

―Un mensaje a los cubanos que están en la Isla: No sé qué decir, no me siento con moral para decir nada a quienes siguen allí. Mando mi abrazo, mi amor por la gente maravillosa de ese lugar que nos vio nacer, nuestra Isla bella y maldita.

―Y entonces… ¿Quién es Claudia Álvarez?

Todos somos muchas cosas a la vez; en este punto soy “la cubana actriz”. Así me dicen mis compañeros de trabajo y yo sonrío orgullosa por dentro. Pero hay mucho más que eso, soy la gente que quiero y que extraño, soy los sueños que tengo, mis tristezas, mi nostalgia de Cuba, soy todo lo que estoy aprendiendo y creciendo en este proceso migratorio que estoy viviendo, soy valiente y creo en mí.

Hansel Porras García (n. 1994) es un actor, escritor y cineasta queer cubano radicado en Miami. Sus obras exploran la multiculturalidad de la comunidad hispana de Miami, centrándose en la diáspora cubana y examinando temas como la inmigración, la familia y la identidad.
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