Daniel Reyes: «En Cuba no estaba siendo feliz. No estaba siendo yo»

Ilustración: Alejo Caner

Una de las telenovelas cubanas que más he disfrutado en los últimos tiempos ha sido Tan lejos y tan cerca, escrita por Lil Romero y dirigida por Alberto Luberta y Loysis Inclán. La trama principal gira en torno a la relación amorosa entre un músico y una doctora que trabajaba en zona roja en medio de la pandemia del COVID-19 en Cuba. 

Como suele ocurrir en la Isla, la cruda realidad se cuenta a medias o se intenta disfrazar con el “humor”, el “reírnos de nosotros mismos y de nuestros propios problemas”, para no dejarnos caer en la conciencia de lo que es vivir en dictadura.

En una de las subtramas de Tan lejos y tan cerca, una actriz frustrada se hace pasar por ciega para colarse en las largas filas que se forman en los mercados y adquirir productos básicos como aceite o pollo. El tema de las colas replica en toda la telenovela de una manera u otra y se desarrolla además en otra subtrama en la cual una familia muy pobre pasaba las madrugadas sobre los árboles para alcanzar al menos un lugar en la cola.  

La familia estaba conformada por una maestra que repasaba a sus estudiantes por WhatsApp con un teléfono prestado, un albañil buena gente, pero avejentado y chapucero, y el hijo de ambos: Xavier, un estudiante universitario que estaba a punto de dejar los estudios por no tener acceso a una computadora para estudiar. Este personaje estaba interpretado por el joven actor Daniel Reyes. 

―¿Quién es Daniel Reyes? 

―Daniel Reyes es un actor que tiene muchos sueños, mucha esperanza y mucha ambición. Un holguinero que espera en algún momento sorprender al mundo. 

―¿Cómo llegaste a Tan lejos y tan cerca

―Llegué a la telenovela por Osvaldo Doimeadiós, que en aquel momento era mi director en Nave Oficio de Isla. Él estaba a cargo de la dirección de casting de la novela, me llamó para hacer casting y finalmente me quedé con el personaje. 

―La telenovela presentaba a una familia con problemas económicos cuyo conflicto principal era la dificultad para conseguir alimentos y productos básicos. Cuéntame cómo fue ese momento en que, desde el guion, descubriste que estarías defendiendo un conflicto como este, tan parecido a la realidad de muchos cubanos, y que nunca antes se había explorado en la Televisión Cubana. 

―A nosotros nos dieron los últimos 25 libretos cuando estábamos a mediados del proceso de grabación, por lo tanto al inicio yo no sabía cómo iba a terminar mi personaje. Al principio, cuando leí, me dije “Ok, esta es la verdadera familia cubana”, pero siento que se pudo haber explotado muchísimo más. Aunque se intentó llevar con muchísima verdad, los directores querían darle su toque de humor, y… No sé… Siento que no tuvo todo el impacto que debería tener realmente en la familia cubana. 

La familia cubana tiene tantos matices que ninguna novela los ha reflejado hoy en día, por más que trate. Yo te digo que pudo haber sido mucho más interesante. 

La novela trata del proceso del COVID-19 en Cuba y en la cuarentena siempre existieron coleros, y cuando tú lees eso dices: “Qué interesante”. Pero no quedó. No fuimos coleros de verdad. Nos faltó cola. Nos faltó sudor y nos faltó sol. Mucho sol. 

―Desde tu perspectiva, ¿cuáles son los mayores retos que enfrentan los actores cubanos al hacer televisión en la Isla en estos tiempos? 

―Los actores cubanos cuando nos enfrentamos a un proyecto tan largo como la novela vamos a sufrir siempre dos cosas: la primera que no hay presupuesto (y sobre todo los actores jóvenes como yo, que teníamos que esperar hasta tantísimas horas de la noche para grabar nuestras escenas). Por lo tanto siempre vamos a pasar un trabajo terrible. La comida es espantosa, no tiene otro nombre. Aquello no era humano. La atención… más o menos. Yo tuve la suerte de trabajar con gente que hacía o que trataba de hacer lo que podía. 

Pero el reto mayor al que se enfrenta un actor en la Televisión Cubana es lograr hacer arte. Lograr hacer de esa actuación algo lindo, algo hermoso. Eso es muy difícil. Los directores son muy específicos con las cosas que quieren y a veces no dejan a uno crear, abrirse. Yo llevé el personaje como me dio la gana a mí, porque como ellos lo veían no tenía nada que ver. ¿Retos? Millones. 

―A través de tus redes sociales conocí que ya no estabas viviendo en Cuba. ¿Dónde vives actualmente? 

―Estoy viviendo en la ciudad de Houston, en Texas, en un lugarcito que se llama Baytown, que viene siendo otra ciudad, pero yo digo Houston porque estoy a 20 minutos del downtown [centro]. Ahí estoy viviendo por ahora, hasta que pueda irme a otro sitio, porque Texas como que no es lo mío. 

―¿Qué te motivó a emigrar y por qué a Estados Unidos? 

―La situación en Cuba, como a todos los cubanos que hemos vivido allí y conocemos y tenemos un motivo para emigrar. Esa es una cruz con la que vivimos y vamos a vivir siempre. No sé hasta cuándo. 

Pero personalmente tengo un motivo bien fuerte y es que yo quiero intentar, y lograr, hacer grandes cosas, abrirme al mundo, expandirme. Como cuando un vaso con agua se derrama sobre la mesa, así quiero expandirme yo, Y en Cuba no estaba siendo feliz. No estaba siendo yo. No estaba teniendo trabajo, y yo necesito eso: mucho trabajo, mucho cine, mucha actuación, muchos proyectos, muchos personajes. Eso es lo que necesito. Intentarlo y a gran escala. Por eso emigré. 

―¿Cuál ha sido tu mayor reto como inmigrante en este país?

―En estos momentos mi reto como inmigrante es adaptarme por completo al sistema de este país. Segundo, aprender inglés como un nativo, y tercero, y creo que debería ser el primero y más importante: ser legal. Ese es mi mayor reto ahora mismo: ser legal, que todavía no lo soy.

―¿Qué es lo que más extrañas de Cuba?

―Extraño… no muchas cosas la verdad. Pero lo que más extraño es a mi mamá, a mi familia y a mis grandes amigos, como todos extrañamos a las personas con las que convivimos mientras vivimos ahí. ¿Qué más voy a extrañar? Ah, sí hay algo más que extraño mucho: el teatro. Ufff… Qué ganas de volver a hacer teatro. Me quedé con muchas ganas de actuar. Solo pude hacer dos obras en Cuba, pero me quedé con ganas de hacer más y más teatro. Pero no pierdo las esperanzas.

―¿Y lo que menos? 

―No sé cómo responder esto porque hay muchas cosas que no extraño porque no las necesito, pero son cosas insignificantes. Pero lo que menos extraño es el sol, el calor, el tumulto de gente en una guagua, el sudor. Eso no lo extraño. No lo quiero. Aquí en Texas está bien caliente también pero uno no suda tanto; en Cuba es terrible. No, no extraño los P5, los P1, la A27, todo eso… No. Te lo regalo. 

―¿Cómo recibes el cariño del público cubano en la actualidad?

―Mientras se estaba transmitiendo la novela si recibí bastante cariño para la trascendencia que tuvo la novela. No me lo esperaba. Incluso hace poco una muchacha me escribió solamente para decirme que le había encantado mi trabajo. Y aunque yo no estoy conforme con mi trabajo en la novela, y siento que pude haber dado muchísimo, pero muchísimo más, uno siempre recibe esas muestras de cariño como un aliento para seguir. 

Pero la verdad no recibí tanto. Hoy en día el público cubano yo creo que no me recuerda tanto. Pero ya llegará su momento. Claro que me gustaría que el público cubano me reconociera y hacer más trabajo y que llegara a todo el mundo. Y más que me reconozcan es que sientan lo que yo hago.

―¿Cómo es tu relación con las redes sociales?

―Yo no soy muy socialmente activo en las redes, pero, registro mucho Instagram. Todo el tiempo. Instagram es la red social que más uso. Ahí estoy todo el tiempo. Algunas veces creo algún contenido o alguna bobería, pero la verdad no soy un influencer ni nada de eso. Creo que el trabajo de las redes lleva mucho tiempo y una dedicación especial y hay que saber hacerlo. A mí no me apasiona mucho. No sé si es que no lo entiendo. Tengo Instagram, Facebook, Snapchat, WhatsApp, Twitter, ah, y TikTok también. Las tengo todas, pero no las uso tanto. 

―¿En qué trabajas actualmente?

―Ahora tengo dos trabajos: cocino en las noches y en las mañanas vendo servicio a un carwash aquí en Baytown. Eso me ayuda a repasar mi inglés y ahí voy.   Como ves, no tengo vida y espero que eso cambie en algún momento.

―Las preguntas personales de Hansel:

Una película: Dallas Buyers Club.

Una canción: No tengo canción favorita pero alguien que me tocó el corazón porque lo vi en vivo fue Francisco Céspedes con Remolino.

Un libro: El amor en los tiempos del cólera.

Una ciudad: Barcelona (no la conozco pero tengo muchas ganas).

Un olor: ¡Aún no lo sé! Creo que sería el olor de mi amor. 😎

Un sabor: Chocolate.

Una persona: Yanexi, mi madre.

Una red social: Instagram.

Un sueño: Vivir de la actuación y llegar con mi arte a la Conchinchina. Mucho cine, mucho teatro, muchos personajes, mucho amor y salud. Tengo muchos sueños.

―Un mensaje a los cubanos de la Isla: Como diría un buen amigo mío (y me voy a apropiar de la frase): “¡Resistir y vencer ni pinga!”.

Hansel Porras García (n. 1994) es un actor, escritor y cineasta queer cubano radicado en Miami. Sus obras exploran la multiculturalidad de la comunidad hispana de Miami, centrándose en la diáspora cubana y examinando temas como la inmigración, la familia y la identidad.
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