Leidy Laura y la familia rescatada

En febrero de 2018, Leidy Laura Hernández fundó el primer refugio de animales de Santa Clara y uno de los primeros en la región central de Cuba. Para ese entonces no tenía demasiadas condiciones ni conocimientos, ni dinero, ni apoyo (tampoco lo tiene todo hoy), pero después de dos años y con una familia en aumento su preocupación por los animales la sigue impulsando a superar nuevos obstáculos, originados por el coronavirus y la crisis económica de la Isla.

A través de su grupo en Facebook, Grupo de Rescate Animal, coordina acciones educativas y sanitarias en las que confluían otros activistas por los derechos de los animales, artistas y organizaciones independientes como Bienestar Animal de Cuba (BAC). También organizaba presentaciones mensuales en el centro cultural El Mejunje hasta que fue ordenada la cuarentena por el coronavirus.

Conocí a Leidy en octubre de 2019 y no podía imaginar que esta chica delgada de cabellos azules, como salida del cuento de Pinocho, podía atender, alimentar y curar a 60 animales a la vez y, junto a su esposo Omar, llevar también un proyecto comunitario de actividades culturales infantiles.

Al final del Callejón del Salado, al borde oeste de Santa Clara, perros y gatos rescatados conviven en un patio familiar, a la sombra de matas de plátano y acerola. Aquí encuentran el hogar temporal, los amigos que nunca debieron perder y merecen.

Antes de la cuarentena por coronavirus, los niños de la comunidad asistían periódicamente al patio de Leidy y bajo una gran carpa azul con un escenario improvisado de madera, veían películas infantiles, recitaban y dibujaban sobre el cuidado y protección de los animales.

 

“Si esperas a tener todas las condiciones para hacer algo, nunca lo harás”, ha sido una especie de mantra en la vida de Leidy Laura.

 

Los niños pueden jugar también con los animales rescatados y adoptarlos, con la aprobación de sus padres. Respecto al coronavirus, tan pronto como la situación sanitaria local lo permita, restablecerán las actividades comunitarias.

 

Con el dinero y la comida donada al refugio, preparan dos comidas al día donde mezclan viandas, granos y proteína animal, casi siempre picadillo y subproductos de pollo o res.

 

Leidy y su esposo Omar hacen comidas diferenciadas según la gravedad de los animales rescatados, y siguiendo las recomendaciones de veterinarios afiliados, les inyectan vitaminas y medicinas para sus padecimientos.

 

A veces algunos animales se encuentran muy débiles y Leidy los alimenta directamente con sus manos. Cuando incluso el arroz escasea, a pesar de ser un alimento esencial en la dieta cubana, Leidy ha tenido que recurrir a la harina para seguir nutriendo a sus animales rescatados.

 

Leidy y amigos de su grupo, durante una campaña de desparasitación de perros callejeros en el Parque Leoncio Vidal, de Santa Clara el 12 de octubre de 2019.

 

Mientras vacunaba a esta perrita, Leidy se pinchó un dedo. Afortunadamente no contrajo ninguna enfermedad.

 

Cuando su perro Otep murió, Leidy sintió que debía hacer algo por el bienestar de todos los animales.

 

Leidy ha atendido decenas de nacimientos pero ahora espera también la llegada de su primer hijo. “Quiero que encuentre un mundo mejor”, dice y continúa jugando con los animales rescatados, que corretean en su patio.

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